lunes, 12 de septiembre de 2016

¿CÓMO PROBAR LOS ESPÍRITUS?
(Adaptado de los capítulos 3 y 4 de Fuego Extraño)



Una de las dificultades con la doctrina del Espíritu Santo es que ha llevado a abusos por muchos creyentes. El pastor John Macarthur nos advierte acerca del evangelio de la prosperidad y del uso equivocado de la doctrina del Espíritu de Dios para permitir distintos tipos de abusos. ¡No debemos aceptar cualquier cosa que se diga en nombre de Dios!
Fue el pastor Jonathan Edwards quien trató de establecer algunos criterios para poder discriminar entre la verdadera obra del Espíritu Santo de aquella que no lo es. Este hombre de Dios vivió en el período conocido como el Gran Despertar, en el cual hubo un gran y genuino avivamiento en los Estados Unidos, que significó que muchas personas conocieran a Jesucristo. Edwards postuló cinco preguntas para analizar cualquier obra religiosa. Analicemos estos cinco criterios.

Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.                                                                                    (1 Juan 4:1-3)


PRIMER CRITERIO: ¿EXALTA AL VERDADERO CRISTO?
Cuando Jonathan Edwards estudió la primera carta de Juan, identificó la verdad inicial de 1 Juan 4.2–3, a saber, que una verdadera obra del Espíritu Santo exalta al verdadero Cristo. A diferencia de los falsos profetas, los que están verdaderamente llenos del poder del Espíritu Santo le dan el énfasis principal a la persona y la obra del Señor Jesucristo. Por lo tanto, una verdadera obra del Espíritu se enfoca en el Salvador, señalando hacia él de una manera precisa, preeminente y que lo exalta. Los falsos maestros, por el contrario, disminuyen y distorsionan la verdad acerca de Cristo.
A partir de este pasaje, Jonathan Edwards expresó el principio más amplio, es decir, que una verdadera obra del Espíritu guía siempre y necesariamente a las personas a la verdad sobre el Señor Jesucristo. Comentando estos versículos, Edwards escribió: «Cuando es el Espíritu quien está obrando en el pueblo, se observa de una manera tal que se eleva entre las personas la estima de ese Jesús que nació de la virgen y fue crucificado fuera de las puertas de Jerusalén; y parece confirmarse y establecerse aún más en sus mentes la verdad que el evangelio declara acerca de que él es el Hijo de Dios y el Salvador de los hombres. Esta es una señal segura de que ese espíritu es el Espíritu de Dios»
Cuando un predicador se exalta a si mismo colocándose como una autoridad espiritual por sobre el promedio de los cristianos o exalta su experiencia y vivencias como la base de su autoridad, debemos estar alertas pues esto es una señal que no es una experiencia espiritual que proviene de Dios.

SEGUNDO CRITERIO: ¿SE OPONE A LO MUNDANO?
Hay una directa relación entre la obra del Espíritu Santo y la manera en la cual el cristiano vive.  El apóstol Pablo divide a todas las personas en dos categorías fundamentales:
(1) los que andan conforme a la carne y
(2) los que andan según el Espíritu.

Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. (Romanos 8:5)

Pablo deja absolutamente claro que aquellos en los cuales el Espíritu Santo ha obrado, van a querer dejar aquellas prácticas y manera de vivir que va en contra de la voluntad de Dios.
Lamentablemente podemos conocer acerca de iglesias en las cuales se habla del Espíritu Santo, pero no se ve un cambio en la vida de aquellos que asisten. ¿Cuántas iglesias tienen un claro compromiso con la santificación de sus miembros? El lenguaje de muchos que se denominan cristianos es grosero y vulgar, su carácter es iracundo y las formas que buscan para divertirse en nada se diferencian de aquellos que no conocen a Cristo. Por otra parte, muchos líderes que hablan del Espíritu enfatizan una forma de vivir opulenta en la cual el dinero parece ser un de las más grandes preocupaciones. Pero al revisar la Palabra de Dios, podemos observar un claro llamado a la santidad. Ser un cristiano que vive en el Espíritu es ser un cristiano que vive luchando contra el pecado y el mundo.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. (Gálatas 5:16, 17)

TERCER CRITERIO: ¿LLEVA A LAS PERSONAS A LAS ESCRITURAS?
Jonathan Edwards explicó: «Ese espíritu que opera de una manera tal que provoca en los hombres una más profunda consideración de las Sagradas Escrituras, y los establece más en su verdad y deidad, es sin duda el Espíritu de Dios»[1]. Como vimos en la primera lección, existe una relación estrecha entre la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios.
Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
(Juan 16:12 – 15)

CUARTO CRITERIO: ¿EXALTA LA VERDAD?
 
En 1 Juan 4.6, el apóstol escribió simplemente: «Conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error». El Espíritu Santo, que se define por la verdad, ofrece un marcado contraste con los falsos espíritus del engaño que se caracterizan por el error y la falsedad.
Cuando un movimiento espiritual es conocido por defender la sana teología, denunciar las falsas enseñanzas y detestar la unidad superficial, estos son indicios de que se trata de una obra genuina del Espíritu Santo. Por el contrario, los creyentes deben tener cuidado de cualquier sistema religioso que hace caso omiso de la sana doctrina, propaga la mentira o felizmente respalda el compromiso ecuménico.

QUINTO CRITERIO: ¿PRODUCE AMOR HACIA DIOS Y A LOS DEMÁS?
Jonathan Edwards expresó una quinta y última prueba con el fin de evaluar cualquier movimiento espiritual: una verdadera obra del Espíritu hace que las personas amen más a Dios y a los demás. Edwards señaló este principio de 1 Juan 4.7–8, donde el apóstol Juan escribió:
«Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor».                                                                                                     (1 Juan 4:7)

Un fruto principal del Espíritu es el amor (Gálatas 5.21), y donde existe el verdadero amor, hay evidencia de la obra genuina del Espíritu. Una verdadera obra del Espíritu produce un amor a Dios que se expresa en fidelidad a sus mandatos y a aquellos que son del pueblo de Dios. Pero cuando hay partidismos, disensiones y orgullo, no podemos atribuir nuestra actitud al obrar del Espíritu Santo.

Si aplicamos estos criterios que nos ha dejado este hermano, nos podremos dar cuenta de muchos movimientos que tratan de buscar su base en la obra del Espíritu de Dios, pero que no pasan estas cinco pruebas. Pidámosle al Señor discernimiento para distinguir la verdad del error.



[1] John Macarthur, Fuego extraño, p. 75.
LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
EN EL MINISTERIO DEL SEÑOR JESÚS
(Adaptado del libro de James Dunn, Jesús y el Espíritu de Dios)




Es necesario meditar en nuestra necesidad del Espíritu Santo y revisar en la Palabra la relación de los primeros cristianos con el Espíritu Santo. Esto debido a que la fe cristiana no se trata simplemente de nuestra fidelidad a una serie de creencias fundamentales del cristianismo, sino la actividad de Dios en nuestra propia vida.
Pero incluso antes de esto, debemos abordar el siguiente tema ¿Cómo afectó el Espíritu Santo el ministerio del Señor Jesucristo? Sabemos que ninguno de nosotros es como el Señor Jesucristo, pues él es Dios hecho hombre. Pero sabemos que también era un ser humano, y en dicha condición mostró un grado de dependencia que nosotros también necesitamos.
Él estaba convencido que conocía a Dios de un modo tan profundo, que nunca nadie antes lo había conocido; y que su propósito era comunicar ese conocimiento de Dios a los seres humanos. Esta relación con Dios, se hace evidente cuando la relación del Señor Jesucristo con Dios el Padre y con el Espíritu Santo:


1.-  La relación de Jesús con Dios el Padre
La relación que tenía Jesús con el Padre tenía semejanzas con la de sus contemporáneos, pero también diferencias significativas.


A)   Su vida de oración.
Jesús se relacionaba con su Padre por medio de la oración. El Señor Jesús dijo:
Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones. (Marcos 11:17)

Esto no sólo lo vemos en momentos en los cuales todo salía bien en su ministerio, sino precisamente en tiempos difíciles y de aflicción:
Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora.                                                                                                (Marcos 14:35)


B)   Su intimidad con el Padre.
Cuando analizamos las oraciones de Jesús, nos damos cuenta que ora al Dios de los hebreos, pero de una manera diferente a como lo hacían sus compatriotas. En el primer siglo los judíos oraban a Dios y se dirigían a él como “el Altísimo” o “el Misericordioso”. Por otra parte, Jesús usaba dos palabras que eran poco frecuentes en dicho tiempo:

…decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti.                     (Marcos 14:36)

Los cristianos estaban convencidos que tenían con Dios una relación familiar, pero esto se debía a que era el mismo Señor Jesucristo que en oración utilizaba un lenguaje de intimidad. Dice Dunn “La palabra “Abba” se usaba normalmente durante la época de Jesús como una palabra familiar, una palabra que los niños, incluyendo los más pequeñines, utilizaban para dirigirse a sus padres. Así pues, es un tratamiento de cortesía y respeto; pero era, mucho más, la expresión de intimidad y confianza cariñosas”[1].
Esto nos muestra que la relación que el Señor Jesús tenía con Dios el Padre no se basaba meramente en su comprensión “racional” de los textos bíblicos del Antiguo Testamento. Para Él, el ser el Hijo de Dios era una convicción existencial, una intimidad con Dios y una dependencia de Dios. Jesús tenía una relación personal con el Padre.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;
y nadie conoce al Hijo, sino el Padre,
ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo,
y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.                                                (Mateo 11:27)



2.-  La relación de Jesús con Dios el Espíritu Santo
Pero la relación de Jesús con el Padre no sólo era una de intimidad familiar, sino también una relación de alguien que ha recibido autoridad y poder para actuar en representación de quien le envía. ¿Cómo se manifestaba el poder de Dios en la vida del Señor Jesucristo? Por la obra del Espíritu de Dios.


A)   La expulsión de demonios.
Sabemos que en muchos de los relatos de los Evangelios se nos narra el poder que el Señor Jesús tenía para expulsar demonios. Y solo es posible explicar esto por medio de la relación con el Espíritu Santo. Así lo entendía el Señor:
Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.                                                                                                          (Mateo 12:28)

De la misma manera como se había manifestado el poder de Dios para la salida del pueblo de Israel desde Egipto, Jesús señala que Dios está sujetando a él los poderes del mal, como un anticipo de lo que ocurriría al final de los tiempos.



B)   Su unción en el Espíritu Santo.
Isaías el profeta había señalado algunas características que tendría el Mesías, el Ungido de Dios.
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;  a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. 
(Isaías 61:1-3)

El Señor Jesucristo, en la sinagoga de Nazaret, tomó este pasaje y se lo aplicó a sí mismo.

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 4:17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí…
 (Lucas 4:18)




Conclusión:
De lo anterior podemos concluir que Jesús sabía que era enviado de Dios, y que había sido revestido de poder por el Espíritu de Dios que reposaba en él. Dicho de otra forma, el ministerio del Señor Jesús no se realizó en dependencia exclusiva de su capacidad, sino en sujeción al Padre y en el poder del Espíritu Santo.
Es en este punto donde debemos reflexionar sobre nosotros en el siglo XXI. Vivimos en una época en el cual tenemos acceso a una gran cantidad de información de los textos bíblicos originales, así como excelentes herramientas para estudiar la Palabra de Dios. Contamos con muy buenos comentarios bíblicos en español, podemos escuchar a nuestro predicador favorito durante la semana en internet incluso si no podemos (o no queremos) leer la Biblia, tenemos acceso a programas que nos la leen mientras nos dedicamos a escucharla.
Pero ¿es todo esto suficiente? Garantiza todo esto que la iglesia de Cristo será capaz de llevar la Palabra de Dios adelante. Tenemos una inmensa lección que aprender, si el Señor Jesucristo dependió del Padre y fue revestido del poder del Espíritu de Dios para llevar adelante su ministerio ¿acaso no es cierto que tú y yo necesitamos lo mismo?




[1] Dunn James, Jesús y el Espíritu, p. 51.

lunes, 22 de agosto de 2016

¿EL ESPÍRITU O LA PALABRA? UNA FALSA DISYUNCIÓN

Encontrar una iglesia evangélica equilibrada no es una tarea fácil. Nuestras mayores virtudes se pueden transformar en nuestras mayores debilidades. Hay algunas iglesias que sobreenfatizan los dones del Espíritu Santo y viven de emociones. Los cristianos que asisten a estas congregaciones son enseñados para vivir siempre detrás de sentimientos y el culto de adoración a Dios se mide en términos de "cuanto me emocioné". De esta forma, los cristianos no crecen en la Palabra de Dios y el alimento espiritual es escaso.
El otro extremo son aquellas iglesias que se han transformado en centros de estudios. La calidad de la vida espiritual se determina por el dominio de las doctrinas bíblicas y conceptos teológicos. Pero todos sabemos que el mayor conocimiento de la palabra de Dios no implica necesariamente que el fruto del Espíritu de Dios se manifieste en nuestras vidas.

Durante el año 2013, el pastor John McArthur, reconocido expositor bíblico, el cual se ha caracterizado por un ministerio fiel a la palabra y libre de escándalos que han sucedido con otros líderes cristianos, realizó una serie de conferencias y publicó el libro "Fuego extraño", que causó una gran polémica entre los cristianos evangélicos en Estados Unidos. En este libro hace un claro llamado a aquellos que pertenecen a iglesias carismáticas para cuidarse del error que les sucedió a Nadab y Abiú en el Antiguo Testamento.


Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.
Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.
Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.                     (Lv 10:1-3)

Esta es una realidad a la que todos nosotros deberíamos estar atentos, el Espíritu de Dios vino a glorificar a Cristo y no debemos tomar la doctrina del Espíritu a la ligera. Por lo cual, la advertencia y las críticas que ha hecho el pastor MacArthur a muchas iglesias y movimientos evangélicos no debe ser pasada por alto.
       Sin embargo, luego de toda la controversia generada por el pastor MacArthur, el respetado apologista cristiano pentecostal de origen judío, Michael Brown, escribió una respuesta llamada Fuego auténtico, en el 2014. En este libro señala que los cristianos debemos rechazar el fuego extraño, pero abrazar el fuego auténtico. Esto nos lleva a la obvia pregunta: ¿Cuál es la correcta relación que debo tener con Espíritu de Dios?

Conocí el precioso evangelio de Cristo en una iglesia de la Asambleas de Dios, y en ella pude comprobar el gozo y el perdón que están en Cristo, también, pude también comprobar que el Espíritu de Dios sigue trabajando en la Iglesia de Cristo. Pero lamentablemente en dicha iglesia no se estudiaba mucho de las Escrituras, y después de unos años mi alma estaba sedienta de descubrir más de lo que Dios quería para mí. Por dicho motivo, y luego de participar en dicha congregación por ocho años, salí de ella.
En dicha situación fue que llegué a una Iglesia Bíblica de la Unión de Centros Bíblicos, en la cual pude nuevamente recuperar mi amor por la Palabra y ver en ella diversas áreas en las que Dios quería trabajar en mi vida. Dios me permitió estudiar en el Instituto Bíblico, para luego de cumplir mi preparación ministerial, solicitar mi incorporación en el cuerpo de pastores de dicha corporación. Pasé desde una iglesia que creía firmemente en la obra del Espíritu a una iglesia que creía firmemente en la Palabra de Dios.
Pero no fue sino hasta que comencé mi ministerio pastoral que me di cuenta de lo incapaz que era de llevar dicha tarea adelante. Mi conocimiento bíblico no es completo ni vasto y mis capacidades para liderazgo son limitadas. Como pastor de una iglesia bíblica, me he percatado que muchos genuinos creyentes han llegado a la idea equivocada que el Espíritu de Dios intervino grandemente en su salvación, pero que ahora, en el caminar diario, dependen de su sabiduría para comprender la Palabra de Dios. He podido ser testigo en la vida de otros, y en la mía también; que se ha relegado al Espíritu Santo a una mera doctrina secundaria sin relación con las decisiones que a diario tomamos.
Fue en un punto que leí un libro corto, escrito por A. W. Tozer, pastor fallecido de la Alianza Cristiana Misionera. Su libro La vida más profunda es interesante y actual, pues comenta como reaccionaron los cristianos norteamericanos frente a las herejías doctrinales del liberalismo teológico. Ellos trataron de defender la inerrancia de la Biblia, sin embargo, no se percataron que a veces nuestras mayores fortalezas pueden ser nuestras mayores debilidades. En una sección titulada cayeron víctimas de sus virtudes, comenta:

"La militante, poderosa y tonificante doctrina que surgió de la boca de los apóstoles, se convirtió, en la boca de los escribas, en algo completamente distinto y carente de poder. Cuando la letra triunfó, el espíritu se apartó, convirtiéndose el textualismo en la regla suprema. Esta fue la época de la cautividad babilónica para los creyentes".

El problema que hemos tenido en la iglesia cristiana del siglo XX y XXI es que hemos hecho una falsa disyunción, es decir, se nos ha pedido elegir entre el Espíritu o la Palabra, para definir la iglesia a la cual pertenecemos o nuestra visión espiritual. Pero, ¿es necesario que elijamos entre la Palabra y el Espíritu? De hecho, podríamos preguntar, ¿es saludable que hagamos tal elección?
Una breve mirada a la vida de los primeros cristianos, nos muestra que estaban firmemente convencidos que necesitaban al Espíritu de Dios. Revisemos los siguientes versículos bíblicos para comparar la obra del Espíritu y de la Palabra de Dios:

ESPÍRITU
PALABRA

CREACIÓN
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.        
(Génesis 1:2)
El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder.
(Hebreos 1:3a)


NACER DE NUEVO
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu (Juan 3:8)

El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.  (Santiago 1:18)

SALVACIÓN
Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.
(Tito 3:5)
Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
(Santiago 1:21)


SANTIFICACIÓN
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
(1 Corintios 6:11)

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
(Juan 17:17)
MORA EN NOSOTROS
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu  que mora en vosotros.
(Romanos 8:11)
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
(Colosenses 3:16)


Los cristianos no somos llamados a hacer una elección entre la Palabra y el Espíritu, no es sano para nuestra vida espiritual y no es lo que Dios nos pide. Más bien somos llamados entender que no podemos separarlos.

domingo, 3 de abril de 2016

CRISTIANOS AMEDRENTADOS NECESITAN DENUEDO




    La semana pasada, debido a la respuesta que entregué, por medio de una carta abierta al periodista José Antonio Neme, recibí muchas muestras de apoyo de una gran cantidad de cristianos evangélicos. Quisiera agradecer a todos aquellos que lo hicieron, pues estoy convencido que la mayoría fue motivado, no por la defensa corporativa de la religión evangélica o de uno de sus dirigentes, sino del mensaje que la Biblia, la Palabra de Dios, proclama. Y me gustaría aprovechar esta instancia, para hacer una reflexión sobre la actitud que debemos tener como cristianos frente a la oposición de nuestro mundo posmoderno a la fe bíblica. 
    Nuestra sociedad occidental ha cambiado durante las últimas décadas en cuanto a su percepción del evangelio y esto ha ocurrido evidentemente también en Chile. De una manera inesperada, la situación del cristianismo bíblico está volviendo a condiciones muy similares a las que enfrentaron los creyentes de los primeros siglos y por ello se hace fundamental que lo analicemos.
    Seguramente muchos de nosotros hemos leído uno de los pasajes más conocidos a la hora de animarnos a dar respuesta de nuestra fe, el cual se encuentra en 1 Pedro:
Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro 3:14-15 / RV60)

   El versículo 15 es muy conocido, pues nos insta a presentar defensa con mansedumbre de la esperanza que hay en nosotros. Pero podemos darnos cuenta que, como si se tratase de un sandwich, en los versículos anteriores (13-14) y posteriores (16-18), el apóstol Pedro nos habla del padecimiento que estaban enfrentando dichos cristianos: ellos estaban siendo amedrentados.




    Uno de los recursos que usa nuestro mundo actual para amedrentar a aquellos que tienen su fe en Cristo es la burla. ¿Hemos visto alguna vez esta imagen? Es de un grafiti del siglo I, el cual, según la mayoría de los eruditos, es una ironía contra un cristiano. Se representa a Jesús como un burro crucificado y en griego dice: "Alexámenos adora a su Dios"[1]. En ese sentido podemos decir que José Antonio Neme no fue el primero en utilizar la ironía.
    Por eso es que el apóstol Pedro dice en el versículo 14: "No os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis". Evidentemente, para los primeros cristianos, como Alexámenos, y también para nosotros; el dar testimonio de Jesús no es una tarea sencilla que nos salga “naturalmente”, pues se produce en medio de una gran oposición. Esa es la historia del cristianismo, y a pesar de eso el Señor permitió que el evangelio se divulgara rápidamente en el siglo I. Esta realidad es la que el Señor, en su soberanía, quiere que los creyentes del siglo XXI enfrentemos.
    Ahora bien, a ninguno de nosotros nos gusta la oposición, pues cuando encontramos antagonismo, sentimos la presión emocional, y muchas veces decidimos evitar toda defensa del cristianismo para no enfrentar sus consecuencias. Por eso, somos continuamente tentados para quedarnos en silencio cuando alguien se burla de la persona de Jesús o de sus enseñanzas, y preferimos el silencio cómplice que una respuesta pacífica pero bíblica.
    ¿Qué hacemos si somos cristianos amedrentados? En el Nuevo Testamento aparece 10 veces la expresión “denuedo”, siete en el libro de Hechos, dos en Efesios y una en 1 Tesalonicenses[2]. La gran mayoría de las veces se usa para describir como los cristianos daban testimonio, pero en dos ocasiones se usa para hablarnos de cristianos que se sentían amedrentados.
    Pablo, luego de hablarnos de la guerra espiritual, y de la necesidad de usar toda la armadura de Dios, pide oración por sí mismo:
(Orando) por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.    (Efesios 6:19, 20)

    Me impresiona la humildad de Pablo al no mostrarse como un grandilocuente orador, sino como un cristiano profundamente necesitado. Este debe ser el punto de comienzo para nosotros, el orar a Dios y reconocer que muchas veces la presión social ha cerrado nuestras bocas y no hemos tenido palabras. Necesitamos orar para que el Señor ponga palabras, pues si brota sólo lo que hay en nuestro corazón, saldrá amargura y enojo o quizás algo peor. Debemos orar a Dios para que nos de entendimiento de su Palabra, pues esta es la única manera en la que nos será dada palabra, estudiando y conociendo nuestras Biblias.
    El pastor Martyn Lloyd Jones predicó en una ocasión acerca de la necedad de la incredulidad, les animo a leer dicho mensaje[3]. Pero nosotros jamás podremos responder adecuadamente a ello, sino oramos a Dios para que sea Él quien ponga palabra en nuestra boca y nos libre del temor de anunciarla, pues tu y yo también necesitamos denuedo.

domingo, 27 de marzo de 2016

CARTA ABIERTA A JOSÉ ANTONIO NEME



    Estimado José Antonio, espero que te encuentres muy bien disfrutando de un descanso reparador en el último día de este fin de semana largo. Quisiera aprovechar el desarrolllo de las redes sociales para escribir algunos pensamientos debido al debate generado por una de tus imágenes subidas a instagram, respecto a la relación entre la Biblia y la homosexualidad. 
    Creo que el debate que se ha producido como consecuencia de una de tus imágenes, tiene elementos muy positivos, pues ayuda a conocer lo que piensa la gente respecto a sus valores e ideas religiosas. Entiendo que muchas personas han sido ofensivas en las respuestas que te han brindado  y espero no hacer hoy lo mismo.       
    Quisiera presentarme, soy Manuel Rivas, chileno, de formación profesional Ingeniero Químico de la USACH. Luego estudié Licenciatura en Educación en la UAHC, por ello durante la última década  me he dedicado al profesorado. Además de esto, soy pastor evangélico desde hace 9 años. Estudié en un Instituto Bíblico de iglesias evangélicas de la Unión de Centros Bíblicos aquí en nuestro país.
    Por otra parte, quisiera señalar que frecuente y gustosamente escucho tus análisis en radio ADN. Me gusta la forma en la que tiendes a encarar las preguntas y llevar al entrevistado a que responda lo que se le requiere, y lo seguiré haciendo después de esta carta abierta que te envío.

    Como te señalé en un comienzo, se generó un amplio debate en las redes sociales por la imagen que colocaste en tu cuenta, la cual dice: 
"La homosexualidad no es natural", dijo el libro donde las serpientes hablan, la gente regresa de entre los muertos, un hombre camina sobre el agua y una virgen tiene un bebé.
   Obviamente el objetivo de esta frase  es la ironía, Por otros comentarios tuyos entiendo que no le das ningún crédito a lo que dice la Biblia, la cual no es mencionada en esta frase, pero se infiere que hablamos de ella. De forma tal, que esta oración puede ser leída como "no podemos confiar en lo que afirma la Biblia acerca de la homosexualidad porque en este libro las serpientes hablan, la gente regresa de los muertos, etc." Espero estar haciendo una lectura adecuada de lo que pusiste en tu cuenta. Y me gustaría dar una respuesta a ello desde la perspectiva Cristiana Protestante, dividiendo dicha afirmación en dos partes.

En primer lugar me gustaría reflexionar en la primera proposición: "´La homosexualidad´ no es natural, dijo el libro..." Creo que es muy importante tener claro lo que se afirma y lo que no se afirma en la Biblia respecto a la homosexualidad. 
La Biblia no afirma que las personas homosexuales no existan. Es evidente al mirar a nuestro alrededor que hay personas que practican la homosexualidad "naturalmente", y lo que hace una décadas atrás era una verdad que se quería encubrir en Chile, el día de hoy es practicado abiertamente. Negar esto sería tratar de tapar el sol con un dedo. 
Nuestra sexualidad es algo básico de nuestra condición de seres humanos. Y es algo innegable que en nuestro mundo moderno, independientemente de la cultura, existe un porcentaje de personas que se definen como homosexuales. Los estudios más serios de la cantidad de homosexuales señalan 2,2% y 1,8% para las mujeres, siendo el total alrededor de un 3% de la población. Otros estudios señalan que este porcentaje puede ser de un 4% entre personas de 20 y 35 años.
Por otra parte, la Biblia no afirma que las personas homosexuales son peores moralmente que los heterosexuales. Cuando escuchamos los hechos noticiosos de la semana, nos damos cuenta que muchos crímenes pasionales son heterosexuales. Lamentablemente, cuando se toca este tema, se pierde el foco y caemos en dicotomías tales como homosexuales vs heterosexuales o cristianos vs libre pensadores, creo que no ayudan a entender los temas en discusión. 
Lamentablemente esto se ve agravado porque algunos de los líderes religiosos (evangélicos y católicos) afirman que la peor desgracia de nuestro tiempo es la práctica homosexual. Por eso creo conveniente señalar que estamos tratando este tema de la homosexualidad pero no lo estamos colocando en una categoría aparte para afirmar que es la peor lacra social. El pastor John Stott, citando al comentarista Merville Vincent comenta acerca de esto y señala: “Sospecho que, desde el punto de vista de Dios, todos somos pervertidos sexuales. Dudo de que haya alguien que no haya tenido un pensamiento lujurioso que pervierte el ideal perfecto que tiene Dios de la sexualidad". Quiero que me comprendas que no me dirijo a ti desde ningún pedestal, sino que como un compatriota cristiano evangélico.
Pues bien, la frase que apareció en tu cuenta instagram, se parece mucho a lo que está escrito en el libro de Romanos en el Nuevo Testamento.  El apóstol Pablo afirmó:

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,  y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.                                                   (Romanos 1:26, 27)

      En muchos sentidos me alegra tu publicación, pues ella es una clara respuesta a muchos "cristianos liberales" que no quieren ver que la Biblia tiene un posición antagónica a la práctica  sexual homosexual.  Sin embargo, en tu frase se puede notar que lo entiendes perfectamente.
     La Biblia afirma que la homosexualidad no es natural, en el sentido que no fue parte del diseño con el cual Dios hizo al hombre y la mujer. Por este motivo, Pablo escribe que nuestra humanidad cambió  y dejó el "uso natural". Verás, el mundo tal cual como lo conocemos en la actualidad no es perfecto y tú, como periodista, lo sabes mejor que yo. Chilenos y chilenas vemos esta realidad en la vida política y social, pero la Biblia va más allá, y se mete en nuestros "asuntos personales" y nos dice que el mal moral también se ve reflejado en la intimidad de nuestra vida sexual. Por eso, cuando el apóstol Pablo analizaba la sociedad grecorromana del siglo primero, nos indica que sus prácticas, y esto incluye la sexualidad, son evidencias de la rebelión humana contra Dios.
    El plan de Dios no fue así. Cuando Jesús habló del diseño original de Dios para los seres humanos afirmó:
 ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?                                                                                                 (Mateo 19:4, 5)

    Aquí podemos ver que es el mismo Jesús quien señala que la relación marital es heterosexual, monogámica y pensada por Dios mismo. Obviamente este mensaje resulta muy ofensivo para hombres y la mujeres del siglo XXI, pero ¿sería inteligente que aquellos que creemos en la Biblia lo negáramos para apaciguar la hostilidad actual a esta verdad bíblica? Me parece que esto sería una gran inconsistencia y por eso me alegra saber que tú eres consciente que la Biblia tiene una visión antagónica a la práctica homosexual.

    Pero obviamente el objetivo de tu fotografía era denostar esta afirmación bíblica, no negarla. Tu sabes lo que la Biblia dice, pero no lo crees. Y por ello la segunda parte dice: "el libro donde las serpientes hablan, la gente regresa de entre los muertos, un hombre camina sobre el agua y una virgen tiene un bebé".
    Nuevamente quiero agradecer que hayas puesto esta frase, pues muchos que afirman ser cristianos, tratan de tapar el sol con un dedo y evitar así las afirmaciones bíblicas de los milagros. Sin embargo, tu lo resumes muy bien.
    Seguramente muchas personas al leer esta afirmación estarán de acuerdo contigo: "Yo soy una persona moderna, no puedo creer en un libro que afirma tales cosas como un hombre caminando sobre el agua o una mujer virgen teniendo un bebé". Vivimos en una época en el cual somos grandemente beneficiados por los avances de la Ciencia, la cual nos ha ayudado a comprender el mundo natural y a usar dichos fenómenos en nuestro propio beneficio. Y por este motivo a muchos seres humanos les parece impensable el creer en un libro donde lo milagroso tiene una parte fundamental. Pero, estoy convencido que todos los seres humanos creen en milagros, lo que sucede es que decidimos entre distintos tipos de ellos. 
    Alguien puede leer el primer libro de la Biblia y encontrarse con: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra." (Génesis 1:1) y decir "Yo no puedo creer eso, aquí hay una intervención milagrosa de parte de Dios". Pero déjame hacerte una pregunta ¿Cómo se originó todo? Algunos nos responderán que en el principio hubo una gran explosión (Big Bang) la cual dio origen a todo lo que existe en la actualidad, pues toda la materia, espacio y tiempo se encontraba en un solo punto llamado singularidad o "huevo cósmico". Pero la pregunta que viene entonces es ¿Cuál fue la causa de dicha explosión?  Y la respuesta de aquel que no quiere creer en Dios, es de la nada. ¿Acaso eso no es algo milagroso? Como te podrás dar cuenta todas las personas creen en algo milagroso, lo que pasa es que deben escoger que milagros quieren creer.
    El creer en un Ser Supremo como la causa eficiente del universo no parece tan descabellado como el creer que todo lo que tenemos a nuestro alrededor, incluyendo los átomos de las teclas del computador que tengo en frente mío, es producto de la nada. Por ello, el físico Alan Guth señaló que "el instante de la creación permanece sin explicar".

    Otro lector puede continuar su lectura del libro de Génesis y encontrar:
 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:26a, 27)
    Esta persona puede decir: "no creo que los seres humanos seamos el resultado de la intervención de un Ser Divino". Entonces ¿Cuál es la alternativa? Pues bien, afirmar que tu y yo, los diecisiete millones de chilenos y los millones de seres humanos que habitamos este planeta, somos productos sólo de causas naturales. Pero ¿es esto verdad? Desde mediados del siglo pasado que se sabe que el primer paso de la Teoría de la Evolución implica el hecho que sustancias simples como metano y amoníaco, se transformaran en largas cadenas de aminoácidos, proteínas y posteriormente ARN y ADN. ¿Cómo se lograron armar estas complejas estructuras? ¿Cómo es posible que lo inorgánico de lugar a lo orgánico? ¿Cómo se formó la primera célula? Déjame mencionar otra pregunta respecto a esta temática del famoso filósofo ex-ateo, Antony Flew, en su libro "Dios existe":
"¿Cómo puede un universo hecho de materia no pensante producir seres dotados de fines intrínsecos, capacidad de autorreplicación y una "química codificada"? 
   Obviamente siempre podemos evitar todas estas preguntas diciendo: "No sé", o "¡A quién le importa!", pero el punto que estoy tratando de afirmar es que si no puedes encontrar respuestas a estas preguntas, ¿tienes argumentos para denostar un libro que si las contesta? Nuestros mejores científicos se encogen de hombros respecto al origen del universo y de la vida y sus explicaciones son aun más milagrosas que las de la propia Biblia, pues ¡de la nada salió todo!
   Si tu te hayas en condiciones, José Antonio, de contestar estas preguntas, podríamos considerar que tu afirmación es digna de crédito, pues el materialismo sería una opción válida de ver la vida. Y como consecuencia de ello, cada uno de nosotros podría elegir libremente bajo sus propios gustos la escala de valores que mejor le acomode. Pero esto no lo has hecho, sólo has usado la ironía pero no argumentos. 
    Hasta que eso no ocurra, el creer que Dios tiene el suficiente poder para crear el universo y darle lugar a la vida, hace muy simple en creer que hay vida más allá de esta existencia terrenal y que hubo un Mesías enviado con eventos milagrosos. Es la implicación moral de creer en Dios la que nos molesta a ti y a mí, pues finalmente, él tiene prerrogativas de autoridad sobre nuestras vidas que no estamos dispuestos a concederle.
   Muchas personas gustosas declararan que creen en Dios pero no creen que él tenga el derecho de decirnos qué hacer. No es porque la Biblia incluya milagros que no nos gusta, sino porque nos obliga a evaluar nuestras acciones morales con los estándares de Dios. Por eso es que Tim Keller, un pastor Protestante en la cosmopolita ciudad de Nueva York, explica lo que le sucede al hombre moderno con la Biblia:
“Si no te fías de la Biblia como para dejar que te rete y corrija tu pensamiento, ¿cómo vas a poder llegar a tener una relación personal con Dios? En toda relación verdaderamente personal, la otra persona tiene que poder contradecirte… ¿Qué pasaría si elimináramos de la Biblia todo aquello que ofende nuestras sensibilidades y se interpone en nuestro camino? Si nos dedicamos a decidir qué queremos creer, rechazando de plano el resto, ¿Cómo vamos a poder nunca admitir un Dios que nos contradiga? ¡Sería del todo imposible! Y se trataría en todo caso de un Dios robot, que manipularíamos a nuestro antojo por ser un Dios fabricado por nosotros y no un Dios con el que relacionarse en genuina comunicación”.

    Al finalizar esta carta abierta José Antonio, quiero agradecerte el hecho que tus afirmaciones hayan permitido hacer una reflexión respecto a nuestra sexualidad y también de la Biblia, el libro de Dios. Pues es precisamente porque la Biblia afirma la existencia de un Dios real Todopoderoso, que creó el mundo y que ha intervenido en la historia de la humanidad en forma milagrosa, que los cristianos confiamos en que Él tiene la autoridad para examinar la manera en como nos conducimos en nuestra vida por Sus estándares morales absolutos. Citando nuevamente a Tim Keller:
“Tan solo un Dios que pueda decirnos cosas que nos remuevan y nos impelan a luchas por llegar al fondo de la cuestión, podremos llegar a conocer al Dios real, y no a una sombra producto de nuestra imaginación. Una Biblia investida de autoridad no es enemiga de una relación personal con Dios. Es, sencillamente el requisito previo”. 
  
Un abrazo de un compatriota,
Manuel Rivas