CRISTIANOS AMEDRENTADOS NECESITAN DENUEDO
La semana pasada, debido a la respuesta que entregué,
por medio de una carta abierta al periodista José Antonio Neme, recibí muchas
muestras de apoyo de una gran cantidad de cristianos evangélicos. Quisiera
agradecer a todos aquellos que lo hicieron, pues estoy convencido que la
mayoría fue motivado, no por la defensa corporativa de la religión evangélica o
de uno de sus dirigentes, sino del mensaje que la Biblia, la Palabra de Dios,
proclama. Y me gustaría aprovechar esta instancia, para hacer una reflexión
sobre la actitud que debemos tener como cristianos frente a la oposición de
nuestro mundo posmoderno a la fe bíblica.
Nuestra sociedad occidental ha cambiado
durante las últimas décadas en cuanto a su percepción del evangelio y esto ha
ocurrido evidentemente también en Chile. De una manera inesperada, la situación
del cristianismo bíblico está volviendo a condiciones muy similares a las que
enfrentaron los creyentes de los primeros siglos y por ello se hace fundamental
que lo analicemos.
Seguramente muchos de nosotros hemos
leído uno de los pasajes más conocidos a la hora de animarnos a dar respuesta
de nuestra fe, el cual se encuentra en 1 Pedro:
Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os
conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad
siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante
todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro
3:14-15 / RV60)
El versículo 15 es muy conocido, pues nos
insta a presentar defensa con mansedumbre de la esperanza que hay en nosotros.
Pero podemos darnos cuenta que, como si se tratase de un sandwich, en los
versículos anteriores (13-14) y posteriores (16-18), el apóstol Pedro nos habla
del padecimiento que estaban enfrentando dichos cristianos: ellos estaban
siendo amedrentados.
Uno de los recursos que usa nuestro
mundo actual para amedrentar a aquellos que tienen su fe en Cristo es la burla.
¿Hemos visto alguna vez esta imagen? Es de un grafiti del siglo I, el cual,
según la mayoría de los eruditos, es una ironía contra un cristiano. Se
representa a Jesús como un burro crucificado y en griego dice: "Alexámenos
adora a su Dios"[1]. En ese sentido podemos
decir que José Antonio Neme no fue el primero en utilizar la ironía.
Por eso es que el apóstol Pedro dice en
el versículo 14: "No os amedrentéis por temor de ellos, ni os
conturbéis". Evidentemente, para los primeros cristianos, como
Alexámenos, y también para nosotros; el dar testimonio de Jesús no es una tarea
sencilla que nos salga “naturalmente”, pues se produce en medio de una gran
oposición. Esa es la historia del cristianismo, y a pesar de eso el Señor
permitió que el evangelio se divulgara rápidamente en el siglo I. Esta realidad
es la que el Señor, en su soberanía, quiere que los creyentes del siglo XXI
enfrentemos.
Ahora bien, a ninguno de nosotros nos gusta
la oposición, pues cuando encontramos antagonismo, sentimos la presión
emocional, y muchas veces decidimos evitar toda defensa del cristianismo para
no enfrentar sus consecuencias. Por eso, somos continuamente tentados para
quedarnos en silencio cuando alguien se burla de la persona de Jesús o de sus
enseñanzas, y preferimos el silencio cómplice que una respuesta pacífica pero
bíblica.
¿Qué hacemos si somos cristianos
amedrentados? En el Nuevo Testamento aparece 10 veces la expresión “denuedo”, siete
en el libro de Hechos, dos en Efesios y una en 1 Tesalonicenses[2]. La gran mayoría de las
veces se usa para describir como los cristianos daban testimonio, pero en dos
ocasiones se usa para hablarnos de cristianos que se sentían amedrentados.
Pablo, luego de hablarnos de la guerra
espiritual, y de la necesidad de usar toda la armadura de Dios, pide oración
por sí mismo:
(Orando) por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar. (Efesios 6:19, 20)
Me impresiona la humildad de Pablo al no
mostrarse como un grandilocuente orador, sino como un cristiano profundamente
necesitado. Este debe ser el punto de comienzo para nosotros, el orar a Dios y
reconocer que muchas veces la presión social ha cerrado nuestras bocas y no
hemos tenido palabras. Necesitamos orar para que el Señor ponga palabras, pues
si brota sólo lo que hay en nuestro corazón, saldrá amargura y enojo o quizás
algo peor. Debemos orar a Dios para que nos de entendimiento de su Palabra,
pues esta es la única manera en la que nos será dada palabra, estudiando y
conociendo nuestras Biblias.
El pastor Martyn Lloyd Jones predicó en una
ocasión acerca de la necedad de la incredulidad, les animo a leer dicho mensaje[3]. Pero nosotros jamás
podremos responder adecuadamente a ello, sino oramos a Dios para que sea Él
quien ponga palabra en nuestra boca y nos libre del temor de anunciarla, pues
tu y yo también necesitamos denuedo.