miércoles, 6 de diciembre de 2017

CINCO ACTITUDES INCORRECTAS DEL CRISTIANO FRENTE A LA POLITICA


Chile está ad portas de la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales. Y nuestros compatriotas, de distintos sectores políticos, están haciendo análisis de los resultados de la primera y cómo afectarán a nuestro país.
Los cristianos, inmersos también en esta sociedad, por lo cual es lícito que nos preguntemos ¿Cómo debemos los cristianos mirar la vida política? Muchos creyentes manifiestan públicamente sus preferencias en las redes sociales y gastan mucho de su tiempo en promover y difundir sus ideas particulares. Por contrapartida, otros creyentes hacen hincapié en lo mundano de la actividad política y prefieren aislarse de todo ello.
Pero cualquiera que sea la visión que tengamos de esta área humana, debemos tratar de reflexionar acerca de ella, no desde nuestra sociedad ni de nuestra visión política, sino primariamente desde la Biblia. Ella es nuestra carta de navegación y nuestro punto de partida para abordar cualquier área humana. Por este motivo, creo que puede ser de ayuda algunos comentarios que se encuentran en el libro “Política de acuerdo a la Biblia” del teólogo Wayne Grudem[1], y del resumen del mismo autor llamado “¿Por qué los cristianos debiésemos influir al gobierno para el bien?”[2].
Debido a que este material sólo se encuentra en inglés, aquí presento una adaptación personal y comentarios de lo dicho por este auto respecto a cinco actitudes incorrectas del cristiano frente a la política. No es una traducción de su material, pero si una meditación de lo que presenta.

1.- Teocracia: Debemos instaurar el reino de Dios.
A través de la historia de la iglesia se ha caído en el error de pensar que la iglesia puede y debe instaurar el reino de Dios en este mundo. La historia está llena de lecciones que nos hablan de los males que se han originado cuando se ha pensado que podemos imponer una visión cristiana a nuestro mundo.
Pero la iglesia no es lo mismo que el reino de Dios ni somos el actual pueblo de Israel. Si así fuese, deberíamos buscar hacer un gobierno cristiano mundial. A modo de ejemplo, pensemos en lo que sucedió en el siglo IV, cuando el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano. El corazón de muchos que adoptaron la religión oficial no cambió, sólo se adaptó a las nuevas circunstancias.
Por esto es que el Señor Jesús quiso mostrar la diferencia de esferas que existe en el reino de Dios y el gobierno humano:
Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
(Mateo 22:21)
¿Qué debemos darle a César? El pago de los tributos y los impuestos. ¿Qué debemos darle a Dios? El reinado absoluto en nuestras vidas. Debemos hacer ambas cosas, pero no debemos confundir ambas cosas. Este principio es importantísimo. Como creyentes tenemos la responsabilidad de cumplir nuestros deberes en la sociedad en la cual nos encontramos, sin embargo, nuestra principal fidelidad es hacia el Dios que nos salvó.
El reino de Dios no es lo mismo que los gobiernos humanos, de manera que ninguna actividad política en la cual nos involucremos, traerá completa y plena paz a la raza humana.

2.- Exclusión absoluta de la religión: Debemos callar la fe.
Esto no es algo que los cristianos creamos, sin embargo, es algo que los incrédulos quieren que hagamos. Nos dicen: “Si quieres opinar de política, no metas a Dios ni tu fe”. Pero esto es algo que no podemos ni debemos hacer.
Daniel tuvo la oportunidad de estar delante del gran rey Nabucodonosor y le explicó acerca de la injusticia social: Por lo tanto, yo le ruego a Su Majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces su prosperidad vuelva a ser la de antes. (Daniel 4:27 NVI).
Wayne Grudem muestra como esta afirmación de Daniel está en contraposición con lo que el mundo actual quiere que hagamos como cristianos. Observemos lo que Daniel no dijo:
"Oh, rey Nabucodonosor, soy un profeta judío, pero no me atrevería a imponer mis normas morales judías en tu reino babilónico. ¡Pregunta a tus astrónomos y tus adivinos! Ellos te guiarán en tus propias tradiciones. ¡Entonces sigue tu propio corazón! No sería mi lugar para hablarte sobre lo correcto y lo incorrecto".[3]
Muchos cristianos guardan silencio, para no desagradar a los no creyentes, pero esto no es lo que el Señor quiere para nosotros. En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista no temió confrontar a Herodes con su vida inmoral. Valientemente le dijo respecto a la mujer con la cual vivía: “No te es lícito tenerla.” (Mateo 14:4).
Un tercer ejemplo lo tenemos en Pablo, quien hablando con el gobernador Félix, le explicó acerca del concepto bíblico de la justicia y también le advirtió acerca del juicio venidero que todos deben enfrentar: Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. (Hechos 24:25)
Ninguno de ellos calló frente a la autoridad, sino más bien manifestaron las acciones injustas. Por lo cual, no podemos callar frente a la realidad social que nos rodea. No podemos simplemente guardar silencio. Debemos decir lo que Dios dice acerca de nuestra sociedad.

3.- Todos los gobiernos son demoniacos: Debemos separarnos completamente de cualquier participación.
Esta tercera manera de pensar está muy arraigada en muchos cristianos. Debido a la corrupción generalizada de nuestro mundo actual, muchos creyentes llegan a la conclusión de que no debemos hacer absolutamente nada. Para ello citan las palabras del diablo en la tentación del Señor Jesucristo:
Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos
(Lucas 4:5-7)
Esto es lo que afirman los Testigos de Jehová, pues señalan que el dueño de este mundo es el mismo diablo. Pero ¿es esto cierto? Es verdad que tanto el libro de Daniel como el de Apocalipsis nos presenta un mundo caído que está bajo control de las fuerzas espirituales de maldad, sin embargo, ¿significa que el enemigo tiene un poder ilimitado y sin ninguna clase de restricción en nuestro mundo actual? Dicho de otra forma ¿acaso Dios cedió su derecho de dominio del mundo y todo lo que aquí sucede al diablo?
En el libro de Daniel se nos señala que es importante que los gobernantes deben recordar siempre el control que tiene Dios.
Conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.” (Daniel 4:17b)
El mundo actual está bajo el maligno (1 Jn 5:19) y él es el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2). Pero ¿esto significa que su poder es incontrarrestable? ¡No! Una cosa es que el diablo haya afirmado en la tentación del Señor que los reinos del mundo le pertenecen, y otra muy distinta es que esto sea verdad, porque él es mentiroso y padre de toda mentita (Juan 8:44).
Dios sigue siendo soberano, y nada en este mundo pasa sin que Él mantenga su dominio eterno, por lo cual, podemos y debemos influir con la Palabra de Dios en nuestro mundo caído.
De manera que no podemos argumentar una separación completa de lo asuntos del gobierno terreno argumentando en base al gobernando de este tiempo.

4.- Hagamos evangelismo y no política: Debemos separarnos completamente de cualquier participación.
Una idea no tan extrema, pero que también aboga por la separación de los cristianos respecto al mundo, es aquella que señala que la única influencia permitida y que debe ser priorizada ante nuestro mundo es el Evangelismo.
Es verdad que un creyente debe colocar como prioridad el evangelismo, pues sabemos que el mandato que el Señor le dio a la Iglesia es predicar el Evangelio. Sin embargo, el predicar este Evangelio implica dar a conocer todo el consejo de Dios.
Al respecto, Wayne Grudem señala:
"El Evangelio" en el Nuevo Testamento no es solo "confíe en Jesús y sea perdonado de sus pecados y crezca en santidad e ir al cielo" (aunque eso es ciertamente cierto, y ese es el corazón del Evangelio y su mensaje fundamental). No, el Evangelio es la buena noticia de Dios sobre toda la vida[4].
Esto es lo que el Señor afirmó en la gran comisión:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
(Mateo 28:19, 20)

La frase “todas las cosas” implica que todas las lecciones que hizo el Señor, deben ser enseñadas. Por lo cual, si nada debe ni puede quedar fuera, esto incluye nuestra vida en el país en el cual vivimos, como nos desenvolvemos de lunes a viernes en el trabajo. La vida pública debe ser transformada por la Palabra de Dios.


5.- Hagamos política y no evangelismo: Debemos ayudar a cambiar la sociedad.
Para concluir, una idea que ha sido absorbida por sectores católicos y evangélicos liberales, es creer que la única forma de influir en nuestro mundo es a través de la política.
Debido a la secularización de nuestra sociedad, se piensa que ya no tiene mucho sentido hablar de “salvación”, perdón de pecados”, “vida eterna” y otros conceptos bíblicos.
Al respecto, Grudem comenta:
El énfasis principal del movimiento del Evangelio Social a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, fuero sus campañas para lograr que la iglesia trabaje agresivamente para superar la pobreza, los barrios marginales, el crimen, la discriminación racial y otros males sociales. Estas fueron buenas causas en sí mismas, pero este movimiento puso poco énfasis en la necesidad de que las personas depositen su confianza personal en Cristo como Salvador o la necesidad de proclamar toda la Biblia como la Palabra de Dios y digna de nuestra creencia[5].

Las prioridades de la agenda de la iglesia cristiana no pueden basarse en el diagnóstico que nuestro mundo hace de los problemas de la humanidad, sino que deben surgir del diagnóstico bíblico del problema humano, y ese problema comienza en el corazón.
Hay injusticia social, hay pobreza y hay discriminación; la iglesia no puede cerrar sus ojos a esto. Sin embargo, si creemos en Cristo y creemos en lo que Él nos dijo, sabremos que el alivio a estos problemas nunca será pleno si sólo nos enfocamos en estos problemas. Debemos ir a la raíz del mal.
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos.  (Mateo 15:19, 20)


El cristiano es ciudadano del cielo, sin embargo, vivimos aún en la tierra y podemos y debemos proclamar todo el bien que Cristo puede traer a nuestro mundo. No caigamos en visiones simplistas de nuestra relación con la política.





[3] Grudem, Wayne A. Politics - According to the Bible: A Comprehensive Resource for Understanding Modern Political Issues in Light of Scripture (p. 58). Zondervan. Edición de Kindle.
[4] Grudem, Wayne A. Op Cit.
[5] Grudem, Wayne A. Op Cit.

domingo, 19 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO ES LA ESPERANZA PARA LA VEJEZ



Hoy, en pleno proceso de elecciones presidenciales en nuestro país, ha fallecido Fernando Matthei a los 92 años[1]. Figura controvertida por su participación en la Junta Militar, pero que marca el fin de una época.
Sin embargo, me gustaría tomarme de este hecho para poder reflexionar acerca de nuestro envejecimiento. Hace un par de meses falleció un anciano muy querido de la iglesia en la cual soy pastor. Fue un hombre que pasó, junto a su mujer; cerca de cuarenta años de servicio activo en las iglesias en las cuales participó. Se caracterizó por una vida que impactó a los que le conocieron. Sin embargo, los últimos años de su vida estuvieron marcados por el Alzheimer y la pérdida de control de su vida. Fue un triste envejecimiento.
La vejez es una realidad que todos nosotros enfrentaremos si es que nuestra vida dura lo suficiente. No importa nuestro nivel socio económico ni el grado académico que hallamos alcanzado.
Y este es incluso un tema que ha preocupado a los grandes pensadores. A modo de ejemplo, Simone de Beauvoir filósofa casada con Jean Paul Sartre, escribió el libro La Vejez[2], en la cual aborda los problemas en la sociedad que conlleva el envejecimiento.
Esta mujer hace un crudo, pero real análisis sobre la visión capitalista y productiva de la edad:
“…solo interesa el ser humano en la medida en que rinde. Después se lo desecha…”[3].
Y es por eso que cuando pensamos en el envejecimiento nos golpea tremendamente. La actriz Salma Hayek dijo:
¡Solo la idea de que mis músculos y mi piel, se pueden atrofiar, como el de un hombre enfermo, me horroriza![4]
Sin embargo, Simone de Beauvoir no sólo reflexionó en los aspectos sociales del envejecimiento, sino también en términos personales:
Un día, a los cuarenta años, pensé: «En el fondo del espejo me espía la vejez, y me atrapará». Y me atrapó. Con frecuencia me detengo, asombrada, ante esa cosa increíble que me sirve de rostro.
En algún momento de nuestra vida seremos conscientes de nuestro propio envejecimiento. Quizás sea cuando Facebook nos recuerde una foto de hace diez o más años, quizás cuando descubramos un pliegue nuevo de nuestro rostro en el espejo. Pero miles de años de la reflexión de esta filósofa, la Palabra de Dios enfrenta la realidad del envejecimiento en forma personal. David oró a Dios y le dijo:
No me deseches en el tiempo de la vejez;
Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.
(Salmo 71:9 )

Su hijo Salomón dijo:
Corona de honra es la vejez
Que se halla en el camino de justicia.                           
(Proverbios 16:31) 
La gloria de los jóvenes es su fuerza,
Y la hermosura de los ancianos es su vejez
(Proverbios 20:29)
La Biblia es un libro de enorme realismo y una gloriosa esperanza. ¿Cómo describe la Biblia nuestro proceso de envejecimiento? y ¿Cuál es la gloriosa esperanza que en ella se nos entrega?

1. ¿CÓMO DESCRIBE LA BIBLIA NUESTRO PROCESO DE ENVEJECIMIENTO?
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; 
(Eclesiastés 12:1)
El mejor antídoto contra la ilusión que nos vende la sociedad del siglo XXI acerca de la “Eterna juventud” es tomar conciencia que nosotros envejeceremos. ¡Si!, tú y yo pasaremos por el lento pero incontrarrestable proceso de perdida de vigor físico.
Eclesiastés es el libro existencialista de las Escrituras, pues nos hace reflexionar acerca de nuestra vida. Y para comprender este pasaje debemos poner atención a los verbos “alegrarse” y “acordarse”. Cada sección llama a alegrarse en la vida, pero también a recordar que seremos juzgados por Dios después de la muerte.
En el libro El retrato de Dorian Gray, Dorian Gray conversa con un hombre llamado Lord Henry, quien le explica un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que «lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos». Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando Basil le pintó en un cuadro. Mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de lujuria; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo[5].

La Biblia es sumamente gráfica al hablar de lo que sucede con nuestro cuerpo:
Antes que dejen de brillar el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes después de la lluvia.  (3)  Un día temblarán los guardianes de la casa, y se encorvarán los hombres de batalla; se detendrán las molenderas por ser tan pocas, y se apagarán los que miran a través de las ventanas.  (4)  Se irán cerrando las puertas de la calle, irá disminuyendo el ruido del molino, las aves elevarán su canto, pero apagados se oirán sus trinos.  (5)  Sobrevendrá el temor por las alturas y por los peligros del camino. Florecerá el almendro, la langosta resultará onerosa, y no servirá de nada la alcaparra, pues el hombre se encamina al hogar eterno y rondan ya en la calle los que lloran su muerte.                                      (Eclesiastés 12:2-5)
Las molestias de la vejez se enumeran mediante una serie de figuras poéticas: Una época de tristeza (12:2), de debilidad física (3a), de perdida de los sentidos: Dientes, ojos y oído (3b-4a), de pérdida de sueño (4b), de miedos (5a) y la antesala de a la muerte (5b).
Pero también Salomón nos entrega cuatro figuras respecto a nuestra muerte (6 y 7): La muerte es como una lámpara suspendida que se quiebra, como una vasija que se quiebra, como una rueda de un pozo que se quiebra y como el polvo que vuelve a la tierra.
Esta sección termina con el verso 7:
y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. 
Una cosa es hablar de la muerte en un sentido amplio, pero otra muy diferente es hablar de la muerte en un sentido personal. Un día yo moriré. Un día tú morirás. Dejarás de existir en esta tierra. Pero…

2. ¿CUÁL ES LA GLORIOSA ESPERANZA QUE DIOS NOS ENTREGA?
Un compositor español, llamado Alberto Cortéz, escribió un poema acerca de la vejez.[6]
Me llegará lentamente
y me hallará distraído
probablemente dormido
sobre un colchón de laureles.
Se instalará en el espejo,
inevitable y serena
y empezará su faena
por los primeros bosquejos.

Con unas hebras de plata
me pintará los cabellos
y alguna línea en el cuello
que tapará la corbata.
Aumentará mi codicia,
mis mañas y mis antojos
y me dará un par de anteojos
para sufrir las noticias.

La vejez...
está a la vuelta de cualquier esquina,
allí, donde uno menos se imagina
se nos presenta por primera vez.

La vejez...
es la más dura de las dictaduras,
la grave ceremonia de clausura
de lo que fue, la juventud alguna vez.

¿Cuál es la gloriosa esperanza que el Evangelio nos entrega?
"El que cree en mí, aunque este muerto vivirá" (Juan 11:25).
El Evangelio de Jesucristo es la única esperanza humana contra la vejez, porque no nos deja limitados a ser sólo un recuerdo, sino ser seres humanos transformados espiritual y físicamente por Dios mismo.
Pablo se esfuerza en mostramos que a pesar del Alzheimer, de la demencia senil, de los achaques y tantas otras cosas; la vejez no es el fin de la historia.
Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 
Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 
Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 
Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. 
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor.                                        (2 Corintios 5:1-6)
¡Fíjate en los verbos! Saber, conocer, reconocer, darse cuenta, entender, recordar:[7] Desde el punto de vista teológico es significativa la frase «conocer (o no conocer) a Dios o a Cristo». [8] No se trata solo de saber cosas hacer de Dios, sino conocerle a Él, saber su carácter.
Puede ser que en este momento te encuentres aproblemado por alguna situación particular, pero si conoces a Jesucristo y sabes lo que hará Dios en el futuro de aquellos que le conocen, ¡podrás salir a flote de tus adversidades!
Todos los seres humanos envejeceremos, pero aquellos que han confiado en Cristo, que creen en su verdad, tiene una esperanza que rebosa de gozo.
Es por eso que en el funeral de este anciano de la iglesia, quise escribir las siguientes líneas:
La única esperanza contra la vejez es el Evangelio de Jesucristo. Carlos Pino Ampuero, un hombre imperfecto y pecador, pasó de este mundo a través del largo proceso del envejecimiento, sorteando las enfermedades del avance de la edad. Deja grandes recuerdos en todos aquellos que le conocieron, pero ¿deja algo más que recuerdos cuando los que recordamos ya no recordaremos?
Lo maravilloso es que este hombre puso su esperanza en Jesús, quién dijo: "El que cree en mí, aunque este muerto vivirá" (Juan 11:25). El Evangelio de Jesucristo es la única esperanza humana contra la vejez, porque no nos deja limitados a ser sólo un recuerdo, sino ser seres humanos transformados espiritual y físicamente por Dios mismo.
Por esto el Señor también dijo: "Y todo aquel que vive y creen en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" (vs. 26)
¡Hasta pronto querido Carlos!




[2] También escribió el libro “El Segundo Sexo”, el cual es una base para el feminismo radical de nuestros días.
[6] http://www.albertocortez.com/poemas/home.asp?Id=94
[7] Tuggy, A. E. (2003). Lexico griego-español del Nuevo Testamento (p. 662). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[8] Kittel, G., Friedrich, G., & Bromiley, G. W. (2002). Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (p. 658). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

jueves, 27 de julio de 2017

JULIO 2017: UN INVIERNO VALÓRICO
¿Cuál es el fundamento para distinguir lo bueno de lo malo? (Parte 1)
P. Manuel Rivas




Las recién finalizadas vacaciones de invierno en Chile, han estado marcadas por los debates televisivos acerca de la llegada del bus de la diversidad y del trámite en el Congreso acerca de la despenalización del aborto por tres causales.
Seguramente, muchos de nosotros, hemos sido parte de este debate en nuestros lugares de trabajo y en conversaciones con familiares y amigos. Y también hemos sido testigos de la polarización que ha entrañado este proceso. Hemos vivido, en las últimas semanas un invierno valórico.
Algunas preguntas que han estado en boca de muchos, se refieren a si estas leyes restringirán la libertad de los padres respecto a su función de crianza de sus hijos, o si es aceptable que el Estado tome la función de guiar valóricamente a nuestros hijos o si es correcto la adopción de niños por parte de parejas homoparentales. Sin lugar a dudas los temas que se están discutiendo son muy complejos, y las afirmaciones breves, tipo twitter o Facebook, no pueden darnos un panorama completo de lo que sucede.
Si bien no soy un experto legislativo ni tampoco médico; en mi humilde posición de pastor de una iglesia cristiana evangélica, quisiera proponer que para poder adentrarse en este tema es imprescindible dar “dos pasos atrás” y así tener una vista panorámica de todo lo que está sucediendo. Dicho de otra forma, necesitamos mirar el cuadro completo antes de adentrarnos en la especificidad de las leyes en cuestión.
Creo que todos los actores de estas disputas son movidos en principio (al menos así lo dan a entender), por el deseo de vivir en una “sociedad más justa” que represente a todos y que evite la exclusión de las minorías. Pero es claro que esta declaración de buenas intenciones no es suficiente para llevarnos a acuerdos ni a comprendernos; y esto, según mi parecer, por el alto contenido valórico de los temas en cuestión. Es decir, no estamos decidiendo acerca del color del uniforme de las Fuerzas Armadas, ni del modelo de autos que se adquirirá para Carabineros; sino acerca de temas que se relacionan directamente con la visión de Ser Humano. La Persona humana es la que está en el centro de este debate.
Por lo cual, si queremos aprobar leyes que vayan en directo beneficio de los seres humanos, debemos buscar un fundamento firme que nos permite distinguir entre lo bueno y lo malo. El objetivo de este blog es revisar distintas posibilidades que nos permitan diferenciar entre los correcto e incorrecto. Por eso me atrevo a solicitarle a la persona que lee este artículo, independiente de si es creyente o no, que pueda revisar lo que aquí se expone, para de esta manera, comprender la visión cristiana evangélica de este asunto.

A través de la historia, la tradición judeo-cristiana ha afirmado que es imposible que nosotros los seres humanos per se, seamos el fundamento sobre el cual erigir y diferenciar lo bueno y lo malo. La historia nos enseña que las utopías políticas de distinto color han sido movidas por el deseo de lograr una sociedad más justa; pretensiones que han chocado con la cruda realidad. Por este motivo es que el cristianismo afirma que los seres humanos no podemos ser la base del bien y el mal.
Un ejemplo concreto acerca de esto es lo que está escrito en uno de los libros del Antiguo Testamento, conocido como Isaías.

¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!                                                           (Isaías 5:20)


Isaías, un profeta que escribió cerca del 700 A.C. nos habla acerca de la situación de la sociedad judía de su época. Este hombre se encargó de aconsejar a los reyes de Israel y Judá en un período de crisis.
Es interesante notar que este pequeño verso contiene tres ideas. La primera de ellas es una especie de veredicto divino acerca del problema de lo bueno y lo malo, y las dos siguientes son comparaciones respecto a lo bueno y lo malo.
Creo que hay tres cosas que podemos aprender de este versículo.


1.- La realidad del bien y el mal es objetiva
Para Isaías, el bien y el mal son realidades objetivas que están fuera de la persona. De la misma manera que los conceptos de luz y tinieblas son objetivos; el bien y el mal también lo son. Por esto Isaías afirma de algunos de sus contemporáneos que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz.
Quizás una persona tenga un problema a la vista que le haga imposible ver la luz, sin embargo, eso no significa que la luz no exista, sino que esa persona no puede verla. Esta comparación del bien y el mal moral, se encuentra en otras partes de la Biblia. Por ejemplo, el rey David dijo en oración a Dios.
Tú encenderás mi lámpara;
Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas. (salmo 18:28)

Pero, por si no quedase claro el punto, Isaías usa una segunda comparación acerca de lo mismo. Nos habla acerca de los hombres que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo. En esta tercera línea se nos presenta una segunda comparación en la cual se usa el sentido del gusto para distinguir sabores.
Al nacer, tenemos alrededor de 10,000 papilas gustativas, las cuales tienen receptores que responden al menos a una de las cinco cualidades básicas del gusto: dulce, agrio o ácido, amargo, salado y umami[1]. Ahora bien, lo que Isaías afirma es que si alguien nos invita una taza de té y nos coloca una botella que contiene vinagre para endulzar, ¡nuestro té no sabrá agradable!
La Biblia usa en el libro de Jeremías la comparación del sabor amargo para relacionarlo con el mal.
…Sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.                                         (Jeremías 2:19)

En la cosmovisión de este profeta, no era él quien determinaba lo bueno y lo malo, no era la sociedad judía la que determinaba el bien y el mal, sino que estos son parte de una realidad externa y objetiva. Lo que Isaías está afirmando es que existe “lo bueno” y “lo malo” y que esto es independiente de quien o quienes lo diga.


2.- El bien y el mal objetivos pueden ser desvirtuados por los seres humanos
Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo

Ahora que hemos visto las comparaciones, revisemos la primera declaración que hace Isaías. Esta afirmación del profeta no debiese sorprendernos; es más, creo que todos estamos de acuerdo con ella. Al mirar la historia humana, podemos encontrar muchos casos en los cuales nos hallamos pensando: “¡Esto es injusto!”. Sea que hablemos de individuos o sociedades completas, la historia apoya la afirmación de este profeta de momentos en la historia en las cual los seres humanos han actuado injustamente, y esto a pesar de la aprobación de la mayoría.
Las personas a las cuales hace referencia Isaías, se han esforzado por cambiar la etiqueta de sus acciones morales, pero esto no ha cambiado su esencia. Aquí hay una severa advertencia para cada sociedad humana, pues en el ejercicio de nuestras actividades podemos tratar de redefinir lo objetivo.
Pienso en este momento en el experimento social que realizó Alan Sokal, un doctor en física, el cual escribió un artículo denominado "Transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica", en la cual planteaba que la Ley de Gravedad era una realidad que dependía de la sociedad. Todo esto era una broma, con el objeto de mostrar los extremos a los cuales podemos llegar en nuestro deseo de decidir todo[2].
De la misma manera que decirle “azúcar” al vinagre, no cambia su esencia, el decirle “bueno” a lo malo tampoco lo hará.


3- Dios es la base del bien y el mal
¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!
Isaías no sólo dice que existe el bien y el mal objetivo, sino que existe una base para la moralidad. Y esta base es Dios mismo. En los versos siguientes este profeta afirma:
Porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.                                                                                 (Isaías 5:24)

En esta porción de la Biblia, el profeta usa la palabra “Ay”, que muestra el veredicto divino de las acciones del pueblo de Israel. Isaías señala que hay un problema más profundo que deleitarse en hacer el mal y es el redefinir lo bueno y lo malo. De tal manera que la causa que Isaías da para el “reetiquetamiento” del bien y el mal en su época, fue el dejar de lado la relación que mantenían con Dios.
Por este motivo, el famoso reformador Juan Calvino comenta este versículo: "
Si Isaías pronuncia una maldición sobre personas, cuando dicen del mal que es bueno, y del bien que es malo, ¿cuánto más sobre los que han sido elevados entre los elevados para ocupar un cargo público, cuyo deber es defender lo correcto y honorable?”[3]


Sin embargo, es obvio para cualquier lector que las personas de nuestro tiempo no creen estas afirmaciones que hemos encontrado en este versículo. Esto, según mi impresión, es la base de la diferencia de cómo se aborda el tema valórico entre creyentes y los que no lo son. A modo de ejemplo, en uno de los debates hace un par de semanas, Luis Larraín, quien creó la fundación Iguales, señaló a su opositor en el debate, del Observatorio Legislativo Cristiano, que ellos querían mezclar sus “ideas religiosas” a la hora de debatir las leyes.
Se apela a la separación de la Iglesia y el Estado para anular los argumentos de los cristianos, y se nos hace una petición de principio: “Dejen fuera a Dios de todo esto” o “no usen el nombre de Dios en este debate”.
Estoy convencido que nuestra forma de Gobierno incluye la separación entre la Iglesia y el Estado. Por este motivo, como pastor en ejercicio, no podría ser de mucha ayuda en el Parlamento pues desconozco las leyes actuales, no he estudiado a fondo la Constitución ni estoy inmerso en los problemas sociales de algunas de las comunidades de nuestro país. En realidad, no es mi vocación principal; además de esto, tengo la convicción que el mero hecho que alguien se declare cristiano, no significa que va a desempeñar una mejor labor en el parlamento que alguien que no lo es.
Sin embargo, un legislador cristiano puede ser de gran ayuda en el Parlamento, pero esta función no puede hacerla dejando fuera a Dios de su deber. ¿Por qué? Porque obviamente un legislador cristiano ve a la Persona Humana a través de su cosmovisión cristiana. Cada vez que él se levanta, sabe que está en el mundo de Dios y que vive problemas debido a la desobediencia humana. Cada vez que trata con personas, sabe que hay una dignidad en esas personas porque han sido creados por Dios mismo.
No se le puede pedir al cristiano que ejerza su derecho de opinión dejando de lado a Dios. Esto sería como pedirle al ateo que incluya a Dios en su forma de ver la vida: ¡No puede! O quizás sería mejor decir, no quiere. Por lo cual, la petición de dejar a Dios fuera del debate legislativo no puede ser llevada a cabo, es una petición de principio irrealizable; pues cada persona va con su visión de vida caminando por su vida.


Ahora bien, para terminar este post; los tres principios extraídos desde Isaías no son aceptados por una parte importante de nuestra sociedad. No creen que Dios sea la realidad última a la cual apelar para determinar el bien y el mal, y piensan que, si lográramos sacar a Dios del debate, ganaríamos mucho.
Aquí es donde tomamos la pelota y se la arrojamos a los “otros” para que ellos nos respondan. Antes de adentrarnos en la especificidad de las leyes les pedimos que nos respondan: Si Dios no puede ser invocado para hacer juicios éticos, ¿cuál es el fundamento para poder discernir el bien del mal? O, como pretenden que hagamos, si dejamos a Dios fuera del debate legislativo, ¿de qué manera podemos determinar lo justo y bueno para nuestra sociedad?


En la segunda parte de este tema trataremos esa cuestión.