domingo, 27 de mayo de 2018


LA PARTIDA DE KATY WINTER: UNA REFLEXIÓN CRISTIANA
P. Manuel Rivas



Durante esta semana nuestro país ha estado profundamente conmovido por el caso de una jovencita, Katy Winter[1], quien decidió quitarse la vida.
Toda partida humana es traumática, sin embargo, la muerte de una joven, lo es mucho más y esto nos remece. Por eso es que cuando nos enfrentamos a situaciones como éstas nos lleva a preguntas que no son de fácil respuesta, pero que no podemos evitar hacérnoslas. Quedamos perplejos y nos conmueve profundamente. ¿Qué sucedió por la mente de esta joven llena de vida que optó por salir de esta existencia?
Como pastor evangélico (y profesor), no es intención, ni mi área de conocimiento, tratar de ahondar en el perfil psicológico que llevó a Katy a una decisión dramática. Pero si creo que, a través de esta situación traumática, podemos reflexionar acerca de nuestra sociedad actual, de la vida humana y las cosas que realmente importan. Y estoy convencido que es sólo a través del Evangelio de Jesucristo que podemos tener respuestas coherentes a esta tragedia humana.


1.- El ser humano es valioso
En primer lugar, creo que todos nos damos cuenta de que esta es una pérdida inmensa. Una vida humana en su pleno potencial fue extinguida, con todos los sueños, metas y proyectos que podrían haberse desarrollado.
Todo creemos que Katy era valiosa. Y mucho más valiosa que los 20 billones de células que la componían, o los cerca de 40 kg de oxígeno y 16 kg de carbono (más otros elementos) en su cuerpo[2]. No, no se trata de eso, se trata de que hay un valor en la persona humana que no puede ser explicado por la materia que la compone.
Esto es tan evidente, que el mismo ex jugador de Tenis, Marcelo Ríos, un ateo confeso, ha mostrado en redes sociales su tristeza por lo sucedido[3]. Pero es en este punto donde la visión materialista guarda silencio y no puede aportarnos nada.
¿Por qué creemos que la vida de Katy era valiosa? ¿Por qué pensamos que cada uno de nosotros es valioso y debemos respetarnos? No podemos explicar el valor de la vida de Katy, ni la nuestra, ni la de los seres humanos que amamos, si no somos más que un grupo de células unidas por la casualidad. Es increíble pensar que incluso la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas no explica de dónde provienen estos derechos, sino que solo se limita a enumerarlos[4]. Necesitamos un sistema de referencia distinto, algo que realmente le de sustento a esa idea del valor de la vida humana.
Y es esto precisamente lo que hace el Evangelio. Nos dice que tu y yo somos valiosos, que cada ser humano es valioso, porque somos mucho más que 60 o 70 kg de elementos químicos o de células interconectadas. Somos valiosos porque hemos sido creados por alguien de infinito valor: Dios.
Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó[5].


2.- El ser humano está corrompido
Pero existe otra lección importante, aunque desagradable, que podemos aprender: Los seres humanos tenemos el potencial de hacer mucho bien y tristemente también podemos ser la causa de mucho mal.
No se saben todos los detalles del caso de Katy, pero nos es increíble pensar que sus pares colocaron gran presión sobre ella, lo que le llevó a la triste decisión de quitarse la vida. Sus padres han confirmado que sus compañeros realizaban bullying.
Si realmente los seres humanos estamos obligados a seguir nuestro instinto, el mal de las personas contra las personas no debiese sorprendernos. Debiésemos simplemente decir: “¡Estamos haciendo lo que nuestros impulsos nos dicen!”. Pero dentro de cada uno de nosotros se levanta la convicción de que esto no es lo correcto, que no es así como debiese ser.
¡Cuán grande mal puede hacer el ser humano! Y este mal, del cual somos testigos lejanos en este caso particular, nos lleva a pensar cómo se podría haber evitado: “Quizás el mejorar los planes de sana convivencia escolar” o “tal vez ser más severos con aquellos que maltratan sicológicamente a los demás”, etc.
Creo que todo esto es necesario, pero si somos realistas, si realmente vemos la vida como es, nos daremos cuenta de que es insuficiente. Y esto se debe a que cuando tratamos el mal que los seres humanos hacemos, muchas veces pareciera que solo estamos rozando su superficie y no llegando a la verdadera causa de todo esto.
¿Por qué las personas podemos ser causante de tanto mal a otros? O para tocar otro tema actual, ¿por qué los hombres podemos tener conductas abusivas hacia las mujeres?
Las relaciones humanas dañadas no pueden ser corregidas simplemente con una ley. Nos podemos indignar, y ¡creo que nos debemos indignar ante el mal! Sin embargo, déjeme decirlo claramente, ninguna clase de legislación nos brindará el antídoto pleno para el mal humano contra el ser humano.
Es en este punto donde vemos nuevamente que Jesucristo confronta el mal humano hasta su misma raíz y no sólo la superficie. Él dijo:
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona[6].

El corazón, en la forma de pensar hebrea, hace referencia a lo que nos define como seres humanos. No es algo periférico, sino es nuestra misma esencia como personas. Por lo cual, lo que Jesús está afirmando, es que nuestra misma esencia está contaminada; y es desde ahí, donde todo el mal humano que vemos a nuestro alrededor brota.
Esto me hace recordar el título de un buen libro cristiano de antropología: “El hombre, su grandeza y su miseria”[7]. La grandeza y el valor humano se deben a que hemos sido creados por un ser de valor infinito: Dios; pero esa imagen valiosa que portamos ha sido profundamente dañada por nuestro deseo de soltarnos de su mano y enfrentar la vida solos.


Conclusión
Fue el filósofo e historiador estadounidense, Emil Durant quien dijo:
“El mayor interrogante de nuestros tiempos no será ‘oriente versus occidente’, o ‘norte versus sur’, o ‘comunismo versus capitalismo’. El mayor interrogante de nuestra era será: ‘¿Puede el hombre vivir sin Dios?’[8]

Creo que este es el drama de nuestra sociedad actual: Nos indigna el mal y lamentamos la partida de Katy, pero debemos reconocer que no tenemos respuesta ni para lo uno ni para lo otro, pues nos hemos distanciado de Dios, nuestro punto de referencia.
Soy padre de dos adolescentes y jamás me gustaría vivir una situación como la que están atravesando los padres de Katy. Espero que Dios les brinde consuelo al conocer el Evangelio de Jesucristo, pues sólo Él nos ayuda a comprender el porqué cada vida humana vale la pena y el porqué el mal humano no debe ser tolerado.
Pero no sólo esto, Dios no sólo nos ayuda a comprender mejor, sino que nos transforma. Para esto vino Jesús, a mostrar el gran problema humano, y a solucionarlo. El murió a causa del mal que otros seres humanos le hicieron, pero resucitó para dar una esperanza viva a todo aquel que confía en Él y vive por Él.