sábado, 9 de noviembre de 2019

COMO DIOS LIBERÓ DE LA OPRESIÓN A SU PUEBLO
Lecciones del libro de Éxodo acerca de la opresión, la violencia
y la respuesta cristiana frente a ellas



Chile despertó dicen algunos. En estas 3 últimas semanas hemos vivido un cambio social que nadie hubiese imaginado hace un año atrás.
Las personas que han vivido abusos han señalado que ya no lo tolerarán más y que se rebelarán contra estos. Pero aparte las manifestaciones multitudinarias, ha existido una gran violencia que no ha logrado ser controlada y que se manifiesta día a día.
Al mirar las páginas de las Escrituras en el libro de Éxodo podemos darnos cuenta de que no somos la única sociedad que ha atravesado un momento como este. ¿Qué lecciones podemos aprender de ella?


1.- Dios conoce la opresión de su pueblo.
Cuanto más los oprimían, más los israelitas se multiplicaban y se esparcían, y tanto más se alarmaban los egipcios. Por eso los egipcios los hacían trabajar sin compasión. Les amargaban la vida forzándolos a hacer mezcla, a fabricar ladrillos y a hacer todo el trabajo del campo. Además, eran crueles en todas sus exigencias.                                                                 (Éxo 1:12-14    NTV)

En estos versículos se utilizan las expresiones “oprimir”, “con dureza” y “dura servidumbre” en la versión Reina Valera 1960. De esta manera la Biblia registra la difícil situación que vivía el pueblo de Israel en Egipto. No era fácil lo que vivían pues estaban en una gran aflicción.
Por esto, podemos estar seguros de qué Dios conoce nuestra aflicción. Si hay personas que nos oprimen, si hay personas que nos hacen trabajar sin compasión, si nuestra vida está llena de amargura y otros tienen tratos crueles contra nosotros, ¡Dios lo sabe! Dios conoce cada adversidad que los hijos de Dios atravesamos en esta vida, no hay ninguna aflicción, ningún tormento, ninguna adversidad que sea desconocida para Dios.
Entonces ¿Cómo respondemos a un mundo lleno de injusticias?


2.- Moisés responde con violencia frente a la opresión de su pueblo
Muchos años después, cuando ya era adulto, Moisés salió a visitar a los de su propio pueblo, a los hebreos, y vio con cuánta dureza los obligaban a trabajar. Durante su visita, vio que un egipcio golpeaba a uno de sus compatriotas hebreos. Entonces Moisés miró a todos lados para asegurarse de que nadie lo observaba, y mató al egipcio y escondió el cuerpo en la arena. Al día siguiente, cuando Moisés salió de nuevo a visitar a los de su pueblo, vio a dos hebreos peleando. —¿Por qué le pegas a tu amigo? —le preguntó Moisés al que había empezado la pelea. El hombre le contestó: —¿Quién te nombró para ser nuestro príncipe y juez? ¿Vas a matarme como mataste ayer al egipcio? Entonces Moisés se asustó y pensó: «Todos saben lo que hice». Efectivamente, el faraón se enteró de lo que había ocurrido y trató de matar a Moisés; pero él huyó del faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián. Cuando Moisés llegó a Madián, se sentó junto a un pozo.                          (Éxo 2:11-15)

Este pasaje nos narra a un Moisés que recién se está abriendo paso a la vida adulta. Este hombre al ver la injusticia se llenó de enojo, pero no de un enojo justo, sino de un enojo pecaminoso que lo llevó a responder a la opresión con violencia. Fue un homicida.
Este hombre vio cómo golpeaba un egipcio a un hebreo, a uno de sus hermanos y creyó que lo que mejor podía ser era quitarle la vida. Pero Moisés no contaba con que sería descubierto y de pronto se convirtió en un fugitivo de la ley. El que una vez fue criado en el mismo palacio de Egipto se transformó en un pastor de ovejas en una tierra semi estéril, su vida cambió completamente.
Por esto es importante que recordemos que hay maneras adecuadas e inadecuadas de responder frente a la opresión. El Moisés que se nos narra en el capítulo 2 no es el Moisés que Dios va a utilizar para liberar a su pueblo. Más adelante se nos describe un cambio radical en el carácter de este personaje:
Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. 
(Núm 12:3)

Tendrán que pasar muchos años para que el corazón de este hombre sea transformado, tendrán que pasar muchas décadas para que la cosmovisión, la forma de ver la vida, la forma de entender quién es él y quiénes son los otros, pero por sobre todo, quien es Dios, sea radicalmente transformada. Y Dios se tomará todo el tiempo que sea necesario para cambiar a este hombre para que de esta manera sea útil en sus manos.
¿Cómo respondes tú frente a la opresión? ¿Como Moisés en Éxodo 2 o como en Números 12? ¿Has conocido a Dios a través de años en el desierto de Madián? Es por esto que el Nuevo Testamento nos recuerda:
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.                                        (Stg 1:19-20)

¿Piensas que Chile se está volviendo más justo por lo que está aconteciendo en estas semanas? Cada saqueo, cada destrucción al bien público y privado, cada maldición arrojada sobre otro ser humano hecho a la imagen de Dios, Él lo conoce y lo juzgará, pues al pecar contra otros, levantan su mano contra Él. Él tiene un conocimiento más profundo que el que obtendríamos de 1000 celulares grabando con sus cámaras un evento particular. Él conoce las intenciones del corazón.
Si eres una persona airada, que devuelve mal por mal, entonces debes arrepentirte, pues no estás obrando en justicia, aunque la anheles, aunque clames por ella y la desees intensamente. Sólo te transformarás en un nuevo tirano que premia a los que son como él y castiga verbal (o físicamente) a los que disienten. Te transformarás en un “dios” con los pies de barros. Por esto, debes recordar que…


3.- Dios es el verdadero libertador de su pueblo
Con el paso de los años, el rey de Egipto murió; pero los israelitas seguían gimiendo bajo el peso de la esclavitud. Clamaron por ayuda, y su clamor subió hasta Dios, quien oyó sus gemidos y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. Miró desde lo alto a los hijos de Israel y supo que ya había llegado el momento de actuar.                        (Éxo 2:23-25)

Debido a que la situación de Israel no cambió, el pueblo empezó a orar a Dios. Muchas veces Dios permite que las injusticias, las opresiones y las adversidades persistentes en nuestra vida para que nuestro corazón se vuelva a Él.
Al ver la maldad alrededor nuestro, nos damos cuenta de que no podemos explicar la vida y la experiencia humana mediante simples y frías leyes de la naturaleza. Somos más que eso y el mal nos confronta con esa realidad. Nos confronta porque nosotros respondemos igual que los demás.
Pero este pueblo clamó a Dios por ayuda y este clamor subió hasta Dios. Es maravilloso saber que las oraciones de los afligidos son oídas por Dios. Este es el mensaje de consuelo que se nos da a través de toda la Escritura.

Mis huidas tú has contado;
Pon mis lágrimas en tu redoma;
¿No están ellas en tu libro? 
(Sal 56:8)

Gritaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?»                                                      (Apo 6:10)

El verdadero Libertador de Israel fue Dios, no Moisés. Este hombre fue un mero instrumento en las manos de Dios, pero debió ser cambiado previamente. Él no fue con prepotencia delante de Faraón, no fue alentando una revolución, una revuelta o una sedición.
Él se presentó con una clara conciencia de su debilidad pero una firme confianza en Dios. Y fue este Dios poderoso que actuó en respuesta a las oraciones de sus hijos. Intervino con 10 plagas, 10 milagros, para liberar a su pueblo.
Muchas veces los cristianos subestimamos el poder de la oración, preferimos actuar con nuestra propia justicia antes qué orar y pedirle al Dios Soberano que intervenga en nuestra causa. ¿Realmente creemos en la oración? Si quieres traer verdaderamente justicia a este mundo, debes orar intensamente.
Dios quiere que tú seas un hombre de oración y que todo el mal que hay alrededor nuestro lo lleves delante de su Trono. Que confíes en que él abrirá puertas, no de acuerdo con las fuerzas humanas de las acciones política terrenales, sino sobrenaturalmente.
La Biblia describe un momento en la historia en la cual los creyentes en Cristo disfrutarán de una plena justicia, y esto será en el regreso glorioso de nuestro Salvador Jesucristo el único Juez Justo (salmo 7:11; 2 Timoteo 4:8), el único Príncipe de paz (Isaías 9:6).

Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?
(Gén 18:25)



viernes, 1 de noviembre de 2019

Lo que Dios piensa de nuestra sociedad


LO QUE DIOS PIENSA DE NUESTRA SOCIEDAD

Nuestro país está atravesando una crisis que a todos nos ha sorprendido. Las conversaciones más comunes durante los últimos 15 día han girado respecto a los problemas que estamos atravesando. Todos opinamos, todos somos analistas políticos, todos tenemos algo que decir. Pero una pregunta importante es ¿Qué piensa Dios de nuestra sociedad?
Un pequeño libro profético del Antiguo Testamento nos puede ser de mucha ayuda. Habacuc estaba viviendo la fe en medio del sufrimiento y la adversidad. Este libro nos muestra a un hombre que vivía en un pueblo judío que “de labios honraban a Dios, pero sus corazones estaban muy lejos de Él” (Mar 7:6).
En el comienzo de este libro, Habacuc dice: “La ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia”. (1: 4) ¿Acaso esto no describe bastante bien nuestra sociedad moderna? Analicemos lo que piensa Dios de nuestra sociedad moderna:


1.- Dios condena el materialismo (Hab. 2:6-8)
¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo! ¿Hasta cuándo había de acumular sobre sí prenda tras prenda?

¿Es que acaso querer multiplicar lo que poseemos es malo? No, la Biblia dice que el mandato de Dios para Adán y Eva fue: “Fructificad y multiplicaos” (Gn 1:22)
Pero en este pasaje se nos habla acerca de tener como meta el dinero. La palabra acumular se puede traducir como amontonar, ampliar, aumentar, colmar, crecer, dar demasiado, dominar, engrandecer.
¿Cuál es la relación que tengo con el dinero? Tú puedes tener tus propias cosas, pero debes cuidar tu corazón de que esas cosas no determinen tu felicidad, y muchos menos, que se transformen en tu prioridad. No fuiste creado para las cosas, fuiste creado para estar en una estrecha comunión con Dios.


2.- Dios condena las ganancias injustas (Hab. 2:9-11)
¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, para poner en alto su nido, para escaparse del poder del mal! (vs. 9)

Los babilonios sólo pensaron en engrandecer el imperio. Habían hecho una alianza con otra gran potencia mundial de ese tiempo: Media. Entre ambas destruyeron a otra nación: Nínive (612 a.C.). Ellos usaron su poder militar para subyugar a un enemigo.
Pero en el cristianismo “El fin no justifica los medios”. No puedo surgir económicamente si eso implica hacer un daño a otras personas.
Es bueno que nosotros queramos mejorar nuestra situación, pero eso NO debe ser la prioridad en nuestra vida ¿A qué costo? ¿Estás dispuestos a robar? ¿a saquear? ¿Estás dispuesto a meterte en negocios ilícitos? Cada persona que tiene en casa una pertenencia por la cual no pagó es culpable de “ganancia injusta” delante de Dios.

3.- Dios condena la violencia (12-13)
¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad!   (vs. 12)

Dios no es indiferente ni condescendiente con los asesinatos y crímenes. El derramamiento de sangre, el pasar a llevar a otros para establecer nuestros propios deseos, no sólo es parte de la historia de la Biblia, es también de nuestra nación y sigue siendo una realidad en el siglo XXI.
Y a pesar de que ahora impera el mal, un día Dios lo cambiará. Dios está en control de todo. Nada se ha salido de sus manos.


Conclusión
¿Qué piensa Dios de nuestra sociedad? En cada uno de esto versículos aparecen la expresión “Ay”. El uso de ella nos muestra que el pecado, en todas sus manifestaciones, no glorifica a Dios. Toda injusticia humana, quienquiera que la cometa, es conocida por Dios, registrada por Dios y un día será ajusticiada por Dios (Ap. 20:12).
Por eso, ¿Cómo respondemos los cristianos en una sociedad injusta? La respuesta que Dios le da al profeta es uno de los versos más conocidos en el Nuevo Testamento:
He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá. (Hab 2:4)

De esto podemos decir dos cosas:
1)    Dios no quiere que los creyentes respondan como lo hacen los incrédulos. ¿Notaste el contraste? “He aquí que aquel cuya alma no es recta… pero el justo ¡No podemos hacer lo mismo que los demás!
2)    Dios quiere que vivas colocando toda tu confianza en Él. Siglos más tarde Pablo tomará este versículo para explicar que el cristiano es salvo solamente por la fe puesta en Jesucristo, sin ningún mérito. Pero en este pasaje Dios nos dice: “Vive (actúa, habla y piensa) poniendo tu fe en mí”. ¿Está tu fe puesta en este sistema, en este gobierno, en un posible gobierno futuro o está puesta en el único Dios inmanente y trascendente?

Por este motivo vino el Señor Jesucristo a la tierra, para que a pesar de vivir en una sociedad injusta como Babilonia o Chile, tengamos una mirada que trasciende la contingencia y se eleva para ver todo el bosque y no meros árboles. Él murió por cada acto violento que has tenido con otros, por cada robo que has cometido y por cada abuso de poder, para que ahora vivas de una manera diferente.

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.      (Heb 12:1-2)