LA PASIÓN DEPORTIVA V/S LA GLORIA DE DIOS
¿Cómo hacemos que nuestro Dios sea el Dios de lo cotidiano?
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.1 Corintios 10:31
Hace unos
años atrás tuve la oportunidad de escuchar un mensaje bíblico titulado “Cómo beber jugo de naranja para la gloria de Dios” por el
pastor John Piper. Parecía un titulo extraño para una predicación. ¿Qué tiene que ver tomar un jugo de naranja con dar gloria a Dios?
Y esto debe a que muchas veces vemos el evangelio y su poder para transformar nuestra vidas con un impacto limitado a ciertas esferas. Muchos creyentes tienen la idea que Cristo vino a la tierra, se hizo hombre y murió por
nosotros, pero que se decidió salir rápidamente de este mundo contaminado y ahora vive en
el cielo, lejos de nosotros; y sólo poniéndose en contacto con nosotros cuando “hacemos nuestros ejercicios espirituales”.
En medio de
su primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo trata de ensanchar nuestra
mente para que no limitemos a Dios a las nubes de la teología abstracta, ni para que sólo
le tengamos en el templo o el lugar físico donde adoramos su nombre. Y por ello Pablo nos habla en este versículo del Dios de lo cotidiano. No el Dios que
está simplemente cuando vamos a la iglesia o cuando hacemos nuestros “ejercicios espirituales” sino el Dios
de nuestro trabajo y nuestro reposo.
Por ese motivo es que el escritor cristiano C.S. Lewis dijo:
“Nuestro ocio, inclusive nuestros juegos, es una materia muy importante. No hay un espacio neutral en el universo; cada medio centímetro, cada segundo es demandado por Dios y contrademandado por Satanás… Es una materia muy seria las elecciones que hacemos para recrearnos.[1]”
Si las elecciones que
hacemos para recrearnos son tan importantes ¿Es posible dar gloria a Dios y
disfrutar apasionadamente del deporte? ¿Cuáles son los peligros para glorificar
a Dios que encontramos en la pasión deportiva? ¿Puede la práctica deportiva
robarle gloria a Dios en mi vida? ¿El ser un espectador del deporte puede
robarle algo de gloria a Dios en mí?
Para contestar estas preguntas revisaremos la
relación entre el deporte y la iglesia cristiana. Para ello, he tomado referencias del excelente libro Los juegos que la gente juega:
Teología, religión y deporte de Robert Ellis.
I.- LA PASIÓN DEPORTIVA A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Si revisamos la historia de la
humanidad encontraremos que la práctica deportiva siempre ha apasionado a los
seres humanos.
Los deportes surgieron hace siglos. Entre los egipcios y los asirios las competencias con arcos eran de lo más practicado, en
tanto en las tribus de Asia Central –hace dos mil años- ya contendían en el
polo, incluso para los jinetes persas fue una disciplina que tuvo una gran
predilección[2].
La importancia del deporte, entendido como fuente de
salud, ha estado presente en todas las culturas a lo largo de la Historia. Por ejemplo, en la
Grecia clásica, el deporte, ejercía una importante
labor cultural ya que alimentaba las ciencias del saber y los valores morales[3].
Los niños griegos, a la edad de siete años concurrían al agoge o gimnasio donde cultivaban y vigorizaban
su condición física, mediante la ejercitación en carreras, caza, palestra,
boxeo, entre otras. Y de esa misma sociedad antigua se originan los conocidos juegos olímpicos los cuales forman parte de un grupo de más de cuarenta festividades deportivas griegas.
Ahora bien, ¿Qué visión tenían los cristianos de
las distintas épocas acerca del deporte? Si nos remontamos a los líderes
cristianos posteriores a la era apostólica encontraremos que existía oposición.
Ignacio de
Antioquía, quien murió alrededor del 110 d.C. dijo:
“Estas prácticas son crueles tortura del diablo”.
Sin duda esto se debió a la persecución que comenzó en este
período de la historia en el Coliseo romano contra los cristianos. Los líderes de la iglesia no tenían tiempo para practicar deportes ni ser espectadores de ellos, porque la oposición levantada contra la iglesia de Cristo les hizo ser a ellos el espectáculo.
Pero la crítica iba más allá de lo que
sucedía en las arenas del Coliseo. Tertuliano, alrededor de 200 d.C. de Cristo
dijo:
“Vean a las personas que van al circo (los espectadores), llevados por fuertes emociones, tumultuosos, ciegos por la pasión, y agitados haciendo sus apuestas. El pretor está lejos de ellos... Ellos están unidos en una locura común. Observen cómo están fuera de sí, son necios espectadores.”
Si avanzamos en la historia
encontraremos una visión levemente diferente entre los Reformadores, Martin Lutero
alentaba el valor de la práctica deportiva de la lucha y el gimnasio. Por su
parte, Juan
Calvino practicaba el lanzamiento de tejos y bolos, pero se opuso a
los juegos de carta y a todo lo relacionado con las apuestas.
Después de ellos, los Puritanos tuvieron una idea mucho más estricta del deporte. A modo de ejemplo, el
libro “Anatomía del abuso” del
puritano Phillip Stubbes publicado en 1583, manifiesta dos objeciones a la práctica deportiva.
(1) Señalaba
que muchas veces los cristianos, al involucrarse en estas prácticas, quebrantaban el reposo del Señor pues
ese día es exclusivamente para escuchar la Palabra de Dios, disfrutar de la
creación de Dios y descansar. No es un
día para fiestas.
(2) La conducta
que acompaña a la práctica de deportes nos
aleja de la comunión con el Señor. El cita que asociado al deporte siempre
está el robo, hurto, fraude, disputas, peleas, mendicidad y alcoholismo.
Finalmente desde hace alrededor de 200 años, se ha tenido la idea de que el deporte ayuda a la construcción del carácter, una ayuda moral y una actividad que debe ser alentada entre los cristianos. Fue en el siglo XXI que las cosas empezaron a cambiar y la moralidad Victoriana dio lugar a una visión más amigable del deporte.
Al movimiento que nació alrededor del 1830 se le
denominó “Cristianismo muscular”, el
cual se distanció de la oposición que imperó en los cristianos siglos
anteriores. En 1844 se funda en Londres la YMCA “Organización de Jóvenes Cristianos”, la cual tiene por objetivo
entregar recreación sana en un ambiente cristiano. La idea tiene éxito y se
exporta a Estados UNidos.
En 1857 se publicó el libro “Los día de colegio de Tom Brown”
por el autor Thomas Hughes, en
que cual se criticaba la extrema separación entre la salud física y moral. En
este texto se hablaba acerca de la conexión entre la fibra moral, el heroísmo y
la hombría que podía manifestarse por medio del Rugby.
II.- LA PASIÓN DEPORTIVA VERSUS LA GLORIA DE DIOS
Si volvemos a
nuestro texto inicial nos podemos dar cuenta que Pablo nos llama a dar gloria a
Dios en nuestras actividades cotidianas. ¿Es posible hacer esto con la práctica
deportiva?
Pienso que la respuesta es afirmativa,
y ya veremos cómo hacerlo. Pero lo que podemos aprender de este breve resumen histórico de la relación entre el deporte y el cristianismo es algunos creyentes vieron peligros en la práctica deportiva y otros vieron ciertas posibilidades en su práctica. ¿Qué podemos decir de ello?
1.- El peligro de quebrantar el día
del Señor.
¿Es posible que la pasión deportiva
nos lleve a descuidar el día del Señor? Por supuesto que sí.
Dios instituyó el día de reposo no
sólo para los judíos sino para todos nosotros. En Marcos 2:27 el Señor Jesús
dijo que: El día de reposo fue hecho por causa
del hombre.
El día de reposo me permite descansar
físicamente y tener comunión con Dios sin los impedimentos propios de una vida
de trabajo en el resto de la semana. Sin embargo, en nuestro mundo moderno la
sobrecarga de trabajo puede llevarnos a trabajar inclusive los domingos o a
priorizar de tal manera los deportes que el congregarse y apartar un tiempo
para la adoración a nuestro Dios pase a un segundo plano
Los Puritanos fueron muy estrictos con su visión del deporte porque vieron la posible competencia entre nuestra devoción y amor hacia nuestro Creador frente a las pasiones que despierta el deporte.
Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;A los fieles guarda Jehová, Salmo 31:23
Este peligro es real y debemos examinar nuestros corazones a la luz de nuestra lealtad. ¿Estás siendo tentado a colocar el deporte por sobre el congregarse con el pueblo de Dios a dar gloria a Dios?
2) El peligro de las conductas negativas.
¿Es posible que por medio de la
práctica deportiva me vea tentado a pecar con mi boca, mis acciones debido a mi
poca tolerancia a la frustración? Nuevamente la respuesta es sí. No es casualidad que muchas veces los
eventos deportivos terminen en peleas.
Si examinamos los pasajes bíblicos que nos recuerdan acerca de nuestras tendencia pecaminosa y los miramos a la luz de algunos vicios que se dan en la practica deportiva, encontraremos una poderosa relación. A modo de ejemplo, meditemos en el siguiente texto bíblico.
Si examinamos los pasajes bíblicos que nos recuerdan acerca de nuestras tendencia pecaminosa y los miramos a la luz de algunos vicios que se dan en la practica deportiva, encontraremos una poderosa relación. A modo de ejemplo, meditemos en el siguiente texto bíblico.
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, (Colosenses 3:5-10)
3) La oportunidad de fortalecer
nuestra carácter
Pero el cambio de visión desde hace unos 200 años se debe a la creencia que la práctica deportiva nos puede ayudar a fortalecer nuestro
carácter y hacernos personas de bien.
¿Es esto efectivo? ¿Es cierto que podemos ser mejores cristianos por la practica deportiva? No necesariamente, el deporte puede sacar a luz mis motivaciones secretas, puede dar rienda suelta a mis anhelos egoístas de autocomplacencia y deseo de ser admirado y puede mostrar facetas de mi personalidad que no se perciben en circunstancias comunes.
La Biblia es clara para indicarnos que nuestro fortalecimiento moral no proviene del deporte si no de Dios mismo. ¿Queremos forjar nuestro carácter para que sea más duro que el acero? Necesitamos conocer más íntimamente a Dios.
Isaías no se refiere a nuestra fuerza física, la cual sin duda será mejorada por la practica deportiva, sino a nuestra fuerza espiritual. ¿Cuál es la fuente? Dios mismo.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:30, 31)
Isaías no se refiere a nuestra fuerza física, la cual sin duda será mejorada por la practica deportiva, sino a nuestra fuerza espiritual. ¿Cuál es la fuente? Dios mismo.
CONCLUSIÓN
C.S. Lewis dijo: “Nuestro
ocio, inclusive nuestros juegos, es una materia muy importante. No hay un
espacio neutral en el universo; cada medio centímetro, cada segundo es
demandado por Dios y contrademandado por Satanás… Es una materia muy seria las
elecciones que hacemos para recrearnos.[5]”
Nuestro Dios es el Dios de lo cotidiano y el deporte es una de las actividades que muchos cristianos practican y miran en sus ratos libres. Dios debe ser glorificado en todo, no
sólo cuando nos reunimos a adorarle, sino también mientras comemos y
bebemos e incluso mientras practicamos
una actividad deportiva.
Pídele al Señor que te ayude a
honrarle en todas las áreas de la vida. Pídele que tus momentos de descanso mientras haces lo que quieres, sean también tiempos para adorarle. Que puedas recrear tu mente y gastar tus energías físicas diciendo: "Gracias Señor. Tú eres el que hace que mi corazón bombee la suficiente sangre para irrigar mis piernas y brazos. Tú eres el Dios proveedor del aire necesario para que mis pulmones llevan oxigeno a cada célula de mi cuerpo. Tú eres el Dios de mi cuerpo y te doy gracias por el deporte".