LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
EN EL
MINISTERIO DEL SEÑOR JESÚS
(Adaptado del libro de
James Dunn, Jesús y el Espíritu de Dios)
Es necesario
meditar en nuestra necesidad del Espíritu Santo y revisar en la Palabra la
relación de los primeros cristianos con el Espíritu Santo. Esto debido a que la
fe cristiana no se trata simplemente de nuestra fidelidad a una serie de
creencias fundamentales del cristianismo, sino la actividad de Dios en nuestra
propia vida.
Pero incluso
antes de esto, debemos abordar el siguiente tema ¿Cómo afectó el Espíritu Santo el ministerio del Señor Jesucristo? Sabemos que
ninguno de nosotros es como el Señor Jesucristo, pues él es Dios hecho hombre.
Pero sabemos que también era un ser humano, y en dicha condición mostró un
grado de dependencia que nosotros también necesitamos.
Él estaba
convencido que conocía a Dios de un modo tan profundo, que nunca nadie antes lo
había conocido; y que su propósito era comunicar ese conocimiento de Dios a los
seres humanos. Esta relación con Dios, se hace evidente cuando la relación del
Señor Jesucristo con Dios el Padre y con el Espíritu Santo:
1.- La relación de Jesús con
Dios el Padre
La relación
que tenía Jesús con el Padre tenía semejanzas con la de sus contemporáneos,
pero también diferencias significativas.
A) Su vida de oración.
Jesús se
relacionaba con su Padre por medio de la oración. El Señor Jesús dijo:
Mi
casa será llamada casa de oración para
todas las naciones. (Marcos 11:17)
Esto no sólo
lo vemos en momentos en los cuales todo salía bien en su ministerio, sino
precisamente en tiempos difíciles y de aflicción:
Yéndose un poco
adelante, se postró en tierra, y oró
que si fuese posible, pasase de él aquella hora. (Marcos
14:35)
B) Su intimidad con el Padre.
Cuando
analizamos las oraciones de Jesús, nos damos cuenta que ora al Dios de los
hebreos, pero de una manera diferente a como lo hacían sus compatriotas. En el
primer siglo los judíos oraban a Dios y se dirigían a él como “el Altísimo” o
“el Misericordioso”. Por otra parte, Jesús usaba dos palabras que eran poco
frecuentes en dicho tiempo:
…decía: Abba,
Padre,
todas las cosas son posibles para ti. (Marcos
14:36)
Los
cristianos estaban convencidos que tenían con Dios una relación familiar, pero
esto se debía a que era el mismo Señor Jesucristo que en oración utilizaba un
lenguaje de intimidad. Dice Dunn “La palabra “Abba” se usaba normalmente
durante la época de Jesús como una palabra familiar, una palabra que los niños,
incluyendo los más pequeñines, utilizaban para dirigirse a sus padres. Así
pues, es un tratamiento de cortesía y respeto; pero era, mucho más, la
expresión de intimidad y confianza cariñosas”[1].
Esto nos
muestra que la relación que el Señor Jesús tenía con Dios el Padre no se basaba
meramente en su comprensión “racional” de los textos bíblicos del Antiguo
Testamento. Para Él, el ser el Hijo de Dios era una convicción existencial, una
intimidad con Dios y una dependencia de Dios. Jesús tenía una relación personal
con el Padre.
Todas
las cosas me fueron entregadas por mi Padre;
y
nadie conoce al Hijo,
sino el Padre,
ni
al Padre conoce alguno,
sino el Hijo,
y
aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. (Mateo 11:27)
2.- La relación de Jesús con
Dios el Espíritu Santo
Pero la
relación de Jesús con el Padre no sólo era una de intimidad familiar, sino
también una relación de alguien que ha recibido autoridad y poder para actuar
en representación de quien le envía. ¿Cómo se manifestaba el poder de Dios en
la vida del Señor Jesucristo? Por la obra del Espíritu de Dios.
A) La expulsión de demonios.
Sabemos que
en muchos de los relatos de los Evangelios se nos narra el poder que el Señor
Jesús tenía para expulsar demonios. Y solo es posible explicar esto por medio
de la relación con el Espíritu Santo. Así lo entendía el Señor:
Pero
si yo por el Espíritu de Dios echo
fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. (Mateo
12:28)
De la misma
manera como se había manifestado el poder de Dios para la salida del pueblo de
Israel desde Egipto, Jesús señala que Dios está sujetando a él los poderes del
mal, como un anticipo de lo que ocurriría al final de los tiempos.
B) Su unción en el Espíritu Santo.
Isaías el
profeta había señalado algunas características que tendría el Mesías, el Ungido
de Dios.
El
Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová;
me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos
apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el
día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les
dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría
en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío
de Jehová, para gloria suya.
(Isaías
61:1-3)
El Señor Jesucristo, en
la sinagoga de Nazaret, tomó este pasaje y se lo aplicó a sí mismo.
Vino a Nazaret, donde se había criado; y en
el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a
leer. 4:17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el
libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu
del Señor está
sobre mí…
(Lucas 4:18)
Conclusión:
De lo
anterior podemos concluir que Jesús sabía que era enviado de Dios, y que había
sido revestido de poder por el Espíritu de Dios que reposaba en él. Dicho de
otra forma, el ministerio del Señor Jesús no se realizó en dependencia
exclusiva de su capacidad, sino en sujeción al Padre y en el poder del Espíritu
Santo.
Es en este
punto donde debemos reflexionar sobre nosotros en el siglo XXI. Vivimos en una
época en el cual tenemos acceso a una gran cantidad de información de los
textos bíblicos originales, así como excelentes herramientas para estudiar la
Palabra de Dios. Contamos con muy buenos comentarios bíblicos en español,
podemos escuchar a nuestro predicador favorito durante la semana en internet
incluso si no podemos (o no queremos) leer la Biblia, tenemos acceso a
programas que nos la leen mientras nos dedicamos a escucharla.
Pero ¿es todo esto suficiente? Garantiza
todo esto que la iglesia de Cristo será capaz de llevar la Palabra de Dios
adelante. Tenemos una inmensa lección que aprender, si el Señor Jesucristo
dependió del Padre y fue revestido del poder del Espíritu de Dios para llevar
adelante su ministerio ¿acaso
no es cierto que tú y yo necesitamos lo mismo?
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