¿POR QUÉ DIOS PERMITE EL MAL? (1° parte)
El 11 de Noviembre
de 1983, Sebastián Acevedo Becerra,
un obrero de Coronel, Concepción; se quemó a lo bonzo en las afueras de la
catedral de Concepción, debido a que dos días antes sus hijos Galo y Candelaria habían sido detenidos por civiles armados de la CNI.
Al no tener
respuesta del paradero de sus hijos, este hombre, en un acto desesperado, quiso
llamar la atención de las autoridades para que liberaran a sus hijos. Estos finalmente
fueron liberados, sin embargo, el padre murió después de unos días de agonía.
El poeta chileno Eduardo Llanos tomó este crudo relato de nuestra historia
nacional y la usó como base para la reflexión del mal en nuestro mundo actual.
El poeta le
pregunta a Dios:
“Si Tú todo lo sabes y eres todo bondad, ¿Por qué no respondiste a Sebastián Acevedo?” Después dice: “¿Por qué no apagaste con la ayuda de tu Espíritu Santo, aquel fósforo que él acercó a su ropa empapada en parafina?” Y más adelante le vuelve a preguntar a Dios: “¿Ya estás desahuciado?”
El siglo XX, en el
que la mayoría de los presentes nacimos; es considerado el más sangriento de la
historia. Adolf Hitler, líder de la
Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, es responsable de la muerte
directa o indirecta de 16 millones de personas. Iósif Stalin, líder de la Rusia comunista en el mismo período de la
Segunda Guerra Mundial, ha sido responsabilizado por la muerte de 3 millones de
personas. Por otra parte, el líder camboyano Pol Pot, fue el causante de una gran tragedia, pues al tomar el
gobierno de su país,habían más de 7 millones de personas; y luego de su
gobierno, esta población disminuyó a menos de 6 millones. Se calcula que
eliminó por diversos métodos a 1 millón y medio de personas[1].
En una ocasión, un
periodista italiano visitó al líder pronazi Pavelic, quien le mostró un canasto con 18 kilos de ojos humanos de
la matanza de sus ejércitos de serbios, judíos y gitanos[2].
Frente a esta
realidad nacional y mundial, podemos tomar la pregunta del poeta chileno y
decir: “Dios ¿Estás desahuciado?”
I.- LA REALIDAD DEL MAL
Este mundo en el
cual vivimos está lejos de ser perfecto. Todos los días, los diversos medios de
comunicación, nos muestran los grandes problemas y males que nos azotan con
regularidad. Todos nosotros somos testigos de esta realidad incontrovertible.
Y es interesante
notar que en la Biblia encontramos estas mismas inquietudes en personas que
enfrentaban momentos difíciles. Por ejemplo, Habacuc, un profeta israelita del siglo Séptimo a. C., dirigiéndose
a Dios, en el capítulo 1 dice:
La profecía que vio el profeta Habacuc.¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan.
Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia. (Habacuc 1:1-4)
La Biblia nos muestra
a los hombres y mujeres de sus historias, tal como nosotros. No los trata de
representar como grandes líderes perfectos en un mundo perfecto. Nos muestra a
personas con crisis en medio de las adversidades que debían afrontar.
Habacuc estaba
consternado porque veía que en su nación Israel gobernaba el caos. Él menciona
la(1) violencia, (2) la iniquidad, (3) la destrucción, (4) el pleito y (5) la contienda
que había en sus días.Y lo que más le preocupa al profeta es el rol que ocupa
Dios en todo esto: “¿Por qué no me oyes Dios”?
¿Acaso no parece
haber sido escrito por el mismo poeta Eduardo Llanos?
La mayoría de
nosotros estaremos dispuestos a concluir que el mal, en nuestro mundo, es real,
dolorosamente real, y que quisiéramos que no estuviese. Y aquí aparecen los
problemas, Si Dios existe, ¿Por qué el
mal? Ese es el título de esta conferencia, un tema que a muchos les genera ruido.
Por ejemplo, el
periodista norteamericano Lee Strobel,
mandó a realizar una encuesta en su país, con la siguiente consulta:
“Si pudiera hacerle a Dios una pregunta sabiendo que Él le va a responder, ¿qué le preguntaría?” Lo que la mayoría de la gente contestó fue que le preguntaría: ¿Por qué hay dolor en el mundo?”[3]
En esta
conferencia pretendemos dar una respuesta cristiana basada en la Biblia. Hablaremos
del mal en el sentido más amplio de la palabra. Sin embargo, su desarrollo es
tan vasto, que ha llevado a muchos filósofos y teólogos a dedicar toda una vida
al estudio de esto, por lo que no pretendemos dar respuesta a todas nuestras
inquietudes en 45 minutos, sino más bien mostrar lo que la Biblia nos habla
respecto a su realidad.
II.- EL SILOGISMO DEL PROBLEMA DEL MAL
Habacuc pasó por una
crisis debido al mal, y es necesario que nosotros la entendamos a cabalidad,
para que de esa forma, podamos enfrentar las crisis.
Muchas personas
han resumido este argumento y lo han utilizado en contra de la existencia de
Dios.
1.- Dios creó todas las cosas.
2.- El mal es una cosa.
3.- Por lo tanto, Dios creó el mal.
El filósofo griego
Epicuro resume bien esta idea:
“O Dios quiere abolir la maldad y no puede; o puede, pero no quiere; o no puede y no quiere. Si quiere, pero no puede, es impotente. Si puede y no quiere, es malvado. Pero si Dios puede y quiere abolir la maldad, ¿cómo viene la maldad al mundo?”
A primera vista,
este razonamiento es incontrovertible. ¿Cómo
es posible reconciliar la idea de un Dios bueno y Todopoderoso, tal como se
presenta en las Escrituras, con la idea del mal que ocurre en nuestro mundo
actual? ¿Es Dios el autor del mal?
El escritor
cristiano inglés, John Stott, quien
fue elegido por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes en
el siglo XX, señaló:
“Sin duda, el factor del sufrimiento constituye el mayor desafío a la fe cristiana y ha estado en cada generación. Su distribución y proporción parece ser fortuito por completo y, por lo tanto, injusto. Los espíritus sensibles preguntan si es posible reconciliarse con el amor y la justicia de Dios”.
Por lo tanto,
entendiendo la realidad del mal, y que este universo con su orden y existencia
nos apunta a un Creador, ¿cómo explicamos ambos?
Epicuro señala dos
críticas respecto a Dios que debemos considerar.
III.- EL PODER DE
DIOS
Debido a que Dios no
elimina el mal, Epicuro llegó a la
conclusión que Dios no puede acabar con
el mal porque no tiene la capacidad para hacerlo.
La Biblia afirma “Y
conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti”
(Job 42:2); “Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho”
(Salmo 115:3); “El Señor hace todo lo que quiere en los cielos y en la
tierra, en los mares y en todos los abismo” (Salmo 135:6).
Estos pasajes nos
muestran que Dios es Poderoso, pero aun así, existe la realidad del mal. Dios
permite el mal, pero no lo promueve. Dicho de otra manera, Dios no es el autor
directo y fundamental del mal.
Y es por ello, que
muchos han pensado que Dios no puede controlar el mal, que está fuera de sus
capacidades y que es un intruso que no puede ser contrarrestado.
Entonces, ¿qué significa que Dios sea Poderoso? La
definición del poder de Dios no significa que puede hacer cualquier cosa
imaginable. Esto no es una restricción al poder de Dios, sino que es una conclusión
lógica de lo que significa poder.
Por ejemplo, Dios
no puede hacer, tal como ninguna persona lo puede hacer, triángulos que no tengan tres lados, debido a que esto es
una imposibilidad lógica. La expresión Todopoderoso no significa que Dios es
capaz de hacer cualquier cosa que se me imagine, sino el poder de hacer lo intrínsecamente posible. Ahora bien, cuando
elijo dibujar un triángulo, sé que ese triángulo no puede ser un cuadrado.
De la misma
manera, Dios podía o no crear el universo y lo podía hacer de diversas formas. Pero Él
decidió hacer un universo en
el cual los seres humanos tuviesen la posibilidad de ejercer su voluntad. Él
decidió hacer criaturas que pudiesen elegir, y la elección implica la
posibilidad de elegir entre distintas alternativas.
Si Dios tuvo que
apagar con su Espíritu Santo el fósforo que encendió Sebastián Acevedo, esto significa Él tendría que haber limitado en
ese preciso momento la libertad de este hombre. Esto hubiese evitado un gran
mal, su muerte, pero cuando pensamos en la suma de todos los males de la cual
los seres humanos somos responsables, ¿cómo podríamos eliminarlos sin pasar a
llevar nuestra libertad?
Pensemos, por
ejemplo, que estoy metido en mi auto a
la hora peak, cuando otro conductor se me cruza y no me deja avanzar. Estoy
molesto con él y quiero insultarlo, por lo que bajo el vidrio y le grito. En
ese mismo momento tendría que ocurrir un milagro, que el aire que hay entre los
dos vehículos, se niegue a transmitir las ondas sonoras que yo he emitido, de
forma tal, que me vea impedido de ofender al otro conductor. Pero si así fuera,
¿cómo podría hacer algo malo si cada vez
que lo intentara, me fuese impedido hacerlo?
Un universo en el cual tenemos la libertad para
tomar decisiones distintas, es un universo que tiene el potencial de las malas
acciones. Y este es el universo que Dios decidió hacer, uno
con libertad de acción;lo que implica que Dios se abstiene de actuar, en
innumerable ocasiones, para impedir malas acciones.
IV.- LA BONDAD DE
DIOS
Epicuro dijo: “Si Dios
puede destruir el mal, y no quiere; entonces es malvado”. Es decir, que Dios no acaba con el mal porque no es bueno.
Pero antes de hablar
de la Bondad de Dios, debemos recordar que las cualidades de Dios no siguen
siempre nuestra forma de pensar. Digo esto porque La Biblia afirma que “Dios es
amor”, pero, por alguna razón que la mayoría de nosotros no alcanzamos a visualizar, permite el mal.
Lo que sucede es
que muchas veces tenemos una idea de lo que debe significar la bondad de Dios
que no es del todo acertada. Tal como lo expresó C. S. Lewis el autor cristiano de las Crónicas de Narnia:
“Lo que de verdad nos agradaría es un Dios que ante cualquier cosa que quisiéramos hacer, dijera: ʻ¿Qué importa, mientras estén contentos?ʼ. De hecho, lo que queremos no es tanto un Padre en los Cielos, sino un abuelo en el cielo; una benevolencia senil a la cual, como suelen decir, ʻle guste ver a la gente joven divirtiéndoseʼ y cuyo plan para el universo sea simplemente que, al final, de cada día, pueda decirse sin peligro de error: ʻtodos los pasaron muy bienʼ.” (p. 44, el problema del dolor)
El amor de Dios se
caracteriza porque quiere lo mejor para nosotros. Y es precisamente Él quien
sabe lo que es lo mejor para nosotros, porque tiene un conocimiento perfecto de
las cosas. Su amor no significa que tolera cualquier cosa, sino la
clase de amor que hace que busque lo mejor para mí.
Por eso es que Él
desea transformarnos, no quiere dejarnos igual. Sin embargo, no nos coacciona
para hacer su voluntad, sino que nos da la libertad de acercarnos a él o de
alejarnos.
En una próxima oportunidad revisaremos entonces la explicación bíblica para la realidad del mal. Continuaremos estudiando este tema en una próxima oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario