LOS INCENDIOS FORESTALES Y LAS ENSEÑANZAS ESPIRITUALES QUE NOS DEJAN
Mientras regresábamos
con mi familia de un tiempo de descanso en el sur de Chile, vimos con estupor en
la ciudad de Talca, como el humo dominaba todo el espectro visible del cielo, y
le daba un color rojizo al sol de la tarde. Fue una imagen aterradora e
imborrable.
Han sido, y
seguramente seguirán, siendo días muy tristes para nuestro país. Estamos
llevando una pena en el corazón que no sabemos cómo verbalizar.
Pero aún en medio del
dolor de esta situación podemos extraer verdades espirituales para nuestras
vidas y para otros que están sufriendo de los embates del fuego.
1.- El ser humano no es un ser todopoderoso
Muchas personas han
manifestado su rabia a través de las redes sociales por lo que estamos
viviendo. Y si bien es cierto hay distintos grados de responsabilidad humana,
pues no han funcionado los sistemas de prevención de riesgos; hay una lección
que cada chileno debiese comprender. Y es que no somos seres todopoderosos que podemos controlar completa y
absolutamente nuestro entorno.
El rey David, gobernante
de Israel, alrededor de 1.500 años a. C. dijo:
Conozcan las naciones que no son sino hombres. (salmo
9:20b)
Cuando todo marcha
bien en nuestra vida y cuando miramos el gran progreso que ha logrado la
humanidad durante su historia, tendemos a confiar exageradamente en nuestras
capacidades y creemos que tenemos todo
bajo control.
Quizás muchos dicen:
"Esta catástrofe es culpa de la Presidenta" y otros dirán "Si
fuéramos un país desarrollado esto no hubiese ocurrido". Pero, ¿es verdad
eso? Se nos olvida fácilmente que países más desarrollados, como Australia, han
enfrentado terribles incendios que han consumido millones de hectáreas, y todo
el aparato estatal y el poderío económico ha sido incapaz de evitarlo[1]. Y se nos olvida también que,
en muchos otros países, en este mismo instante, sufren similares calamidades[2].
La verdad es que los
desastres naturales son un golpe tremendo a nuestro orgullo, pues, si bien es
cierto, la modernidad nos ha otorgado una mejor calidad de vida, la vida no
está en nuestras manos. Por esto C. S. Lewis, el escritor de las Crónicas de
Narnia dijo:
“La ilusa autosuficiencia de las criaturas debe ser hecha trizas, por su propio bien; y con penurias o temor a las penurias terrenales, por grosero temor al fuego eterno, Dios la hace añicos...”[3]
Lo que este hombre
está afirmando es que Dios tienen un propósito en el sufrimiento humano. No
es azaroso, que ha sido ordenado para nuestro bien. Dios en su amor nos manda penurias
para romper la ilusión de la autosuficiencia. Y es que en medio de la angustia,
estamos mucho más proclives a recordar que somos simples mortales, que no
dominamos nuestra salud, que no podemos controlar el clima, que no decidimos el
día de nuestro nacimiento, ni tampoco podemos predecir el día de nuestra muerte.
¡No somos dioses! Somos seres humanos en el siglo XXI enfrentando graves
desastres naturales que nos superan.
Pero existe otra
lección que se nos muestra en medio de esta tragedia.
2.- El ser humano no es una mera máquina biológica
¿Qué es el hombre?
Para muchos la respuesta es que somos el resultado de millones de años de un
azar ciego que logró perfeccionar una maquinaria compuesta de proteínas,
carbohidratos y lípidos. Y según esta concepción de la vida humana, hemos
llegado aquí por una selección natural y no hay ningún propósito.
Pero lo que sucede en
momentos difíciles como el que estamos viviendo, nos muestra que esta
conclusión es simplemente absurda. Hemos visto a brigadistas, carabineros y
bomberos arriesgar sus vidas por otros
que no formaban parte de su red familiar. Vemos a estas horas, a muchos hombres
y mujeres, que ponen su vida por otros,
por algo químicamente inexplicable: el amor desinteresado. ¿Qué los impulsó a
estos actos tan irracionales? ¿Por qué sacrificarse por personas desconocidas?
¿Qué ganaron al morir abrazados por las llamas?
Todas estas preguntas
resultarán sin respuesta si vemos al hombre como una mera máquina. Sin embargo,
cuando vamos a las páginas de la Biblia podemos comprender mejor lo que somos.
Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. (Génesis 1:27)
Toda persona humana, independientemente
de su condición, ha sido creada como un ser moral ¡Dios nos hizo! Por esto
amamos, por esto tenemos un profundo anhelo de justicia cuando vemos a otros
sufrir, por eso es que somos capaces de entregarnos por otros a pesar que no
ganemos nada. Somos seres morales que fueron creados por el Ser más grande y
perfecto que existe: Dios.
Por eso es que no
somos un fruto del azar, no estamos en esta vida arrojados a las meras circunstancias
difíciles y los desastres naturales.
Son estas dos
realidades contrapuestas, la que explican el drama humano. Por un lado,
disfrutamos de la imagen de Dios; pero por otra, esta imagen ha quedado
profundamente dañada. Por eso es que esta calamidad nos puede ayudar a redescubrir la grandeza
humana de ser hechos a la imagen de Dios, y la miseria humana de creernos
dioses que viven bajo su propia ley.
Por esto, citando nuevamente a
Lewis:
El hombre caído no es simplemente una criatura imperfecta que necesita mejorarse; él es un rebelde que necesita deponer sus armas.
Para eso vino
Jesucristo. Siendo Dios, renunció a su gloria para hacerse un mortal que sufrió
hambre, se cansó, consoló a los que sufrían y se angustió en medio de
circunstancias duras. Es decir, se identificó con nuestro dolor. Pero no sólo
eso, cuando vino, llevó todos nuestros pecados, nuestros orgullosos, soberbias
y rebeldías, pagándolos en la cruz.
Dios puede hacer que
de este desastre natural aprendamos grandes verdades espirituales. Sólo cuando
reconocemos nuestra debilidad, podemos decirle a Jesús: “Señor mío y Dios mío”
y venir a él sabiendo que hemos confiado en nuestros propios recursos.
Como cristianos,
oramos para que Dios ejerza su gracia misericordiosa sobre nuestra tierra y sobre
la vida de nuestros compatriotas y seamos librados de esta calamidad. Pero
también oramos para que, en medio de la calamidad, muchos chilenos comprendan
que no son sino hombres y que están profundamente necesitados de Jesucristo, el
hombre-Dios; de manera que puedan venir ante él en arrepentimiento y fe.
Gracias Manuel, por tan bella y certera reflexión, que me ha emocionado mucho y quebrantado, sabiendo que debemos volver a Jesucristo , Dios...NO somos auto-suficientes, es nuestro Padre celestial quién nos sustenta cada día y a Él debemos clamar y Adorar. Solo a El sea la gloria.
ResponderEliminarAgradecido por el tiempo en preparar este tema y compartirlo por este medio.
ResponderEliminarUn saludo y la debida gloria a nuestro buen Dios
Dios es bueno Siempre!