domingo, 3 de abril de 2016

CRISTIANOS AMEDRENTADOS NECESITAN DENUEDO




    La semana pasada, debido a la respuesta que entregué, por medio de una carta abierta al periodista José Antonio Neme, recibí muchas muestras de apoyo de una gran cantidad de cristianos evangélicos. Quisiera agradecer a todos aquellos que lo hicieron, pues estoy convencido que la mayoría fue motivado, no por la defensa corporativa de la religión evangélica o de uno de sus dirigentes, sino del mensaje que la Biblia, la Palabra de Dios, proclama. Y me gustaría aprovechar esta instancia, para hacer una reflexión sobre la actitud que debemos tener como cristianos frente a la oposición de nuestro mundo posmoderno a la fe bíblica. 
    Nuestra sociedad occidental ha cambiado durante las últimas décadas en cuanto a su percepción del evangelio y esto ha ocurrido evidentemente también en Chile. De una manera inesperada, la situación del cristianismo bíblico está volviendo a condiciones muy similares a las que enfrentaron los creyentes de los primeros siglos y por ello se hace fundamental que lo analicemos.
    Seguramente muchos de nosotros hemos leído uno de los pasajes más conocidos a la hora de animarnos a dar respuesta de nuestra fe, el cual se encuentra en 1 Pedro:
Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro 3:14-15 / RV60)

   El versículo 15 es muy conocido, pues nos insta a presentar defensa con mansedumbre de la esperanza que hay en nosotros. Pero podemos darnos cuenta que, como si se tratase de un sandwich, en los versículos anteriores (13-14) y posteriores (16-18), el apóstol Pedro nos habla del padecimiento que estaban enfrentando dichos cristianos: ellos estaban siendo amedrentados.




    Uno de los recursos que usa nuestro mundo actual para amedrentar a aquellos que tienen su fe en Cristo es la burla. ¿Hemos visto alguna vez esta imagen? Es de un grafiti del siglo I, el cual, según la mayoría de los eruditos, es una ironía contra un cristiano. Se representa a Jesús como un burro crucificado y en griego dice: "Alexámenos adora a su Dios"[1]. En ese sentido podemos decir que José Antonio Neme no fue el primero en utilizar la ironía.
    Por eso es que el apóstol Pedro dice en el versículo 14: "No os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis". Evidentemente, para los primeros cristianos, como Alexámenos, y también para nosotros; el dar testimonio de Jesús no es una tarea sencilla que nos salga “naturalmente”, pues se produce en medio de una gran oposición. Esa es la historia del cristianismo, y a pesar de eso el Señor permitió que el evangelio se divulgara rápidamente en el siglo I. Esta realidad es la que el Señor, en su soberanía, quiere que los creyentes del siglo XXI enfrentemos.
    Ahora bien, a ninguno de nosotros nos gusta la oposición, pues cuando encontramos antagonismo, sentimos la presión emocional, y muchas veces decidimos evitar toda defensa del cristianismo para no enfrentar sus consecuencias. Por eso, somos continuamente tentados para quedarnos en silencio cuando alguien se burla de la persona de Jesús o de sus enseñanzas, y preferimos el silencio cómplice que una respuesta pacífica pero bíblica.
    ¿Qué hacemos si somos cristianos amedrentados? En el Nuevo Testamento aparece 10 veces la expresión “denuedo”, siete en el libro de Hechos, dos en Efesios y una en 1 Tesalonicenses[2]. La gran mayoría de las veces se usa para describir como los cristianos daban testimonio, pero en dos ocasiones se usa para hablarnos de cristianos que se sentían amedrentados.
    Pablo, luego de hablarnos de la guerra espiritual, y de la necesidad de usar toda la armadura de Dios, pide oración por sí mismo:
(Orando) por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.    (Efesios 6:19, 20)

    Me impresiona la humildad de Pablo al no mostrarse como un grandilocuente orador, sino como un cristiano profundamente necesitado. Este debe ser el punto de comienzo para nosotros, el orar a Dios y reconocer que muchas veces la presión social ha cerrado nuestras bocas y no hemos tenido palabras. Necesitamos orar para que el Señor ponga palabras, pues si brota sólo lo que hay en nuestro corazón, saldrá amargura y enojo o quizás algo peor. Debemos orar a Dios para que nos de entendimiento de su Palabra, pues esta es la única manera en la que nos será dada palabra, estudiando y conociendo nuestras Biblias.
    El pastor Martyn Lloyd Jones predicó en una ocasión acerca de la necedad de la incredulidad, les animo a leer dicho mensaje[3]. Pero nosotros jamás podremos responder adecuadamente a ello, sino oramos a Dios para que sea Él quien ponga palabra en nuestra boca y nos libre del temor de anunciarla, pues tu y yo también necesitamos denuedo.