EL EVANGELIO ES LA ESPERANZA PARA LA
VEJEZ
Hoy,
en pleno proceso de elecciones presidenciales en nuestro país, ha fallecido
Fernando Matthei a los 92 años[1]. Figura controvertida por
su participación en la Junta Militar, pero que marca el fin de una época.
Sin
embargo, me gustaría tomarme de este hecho para poder reflexionar acerca de
nuestro envejecimiento. Hace un par de meses falleció un anciano muy querido de
la iglesia en la cual soy pastor. Fue un hombre que pasó, junto a su mujer;
cerca de cuarenta años de servicio activo en las iglesias en las cuales participó.
Se caracterizó por una vida que impactó a los que le conocieron. Sin embargo,
los últimos años de su vida estuvieron marcados por el Alzheimer y la pérdida
de control de su vida. Fue un triste envejecimiento.
La
vejez es una realidad que todos nosotros enfrentaremos si es que nuestra vida
dura lo suficiente. No importa nuestro nivel socio económico ni el grado
académico que hallamos alcanzado.
Y
este es incluso un tema que ha preocupado a los grandes pensadores. A modo de
ejemplo, Simone
de Beauvoir filósofa casada con Jean Paul Sartre,
escribió el libro La Vejez[2],
en la cual aborda los problemas en la sociedad que conlleva el envejecimiento.
Esta
mujer hace un crudo, pero real análisis sobre la
visión capitalista y productiva de la edad:
“…solo interesa el ser humano en la medida en que rinde.
Después se lo desecha…”[3].
Y es por eso que cuando pensamos en el envejecimiento nos
golpea tremendamente. La actriz Salma Hayek dijo:
“¡Solo la idea de que mis músculos y mi piel, se
pueden atrofiar, como el de un hombre enfermo, me horroriza!”[4]
Sin
embargo, Simone de Beauvoir no
sólo reflexionó en los aspectos sociales del envejecimiento, sino también en
términos personales:
Un día, a los cuarenta años, pensé: «En
el fondo del espejo me espía la vejez, y me atrapará». Y me atrapó. Con
frecuencia me detengo, asombrada, ante esa cosa increíble que me sirve de
rostro.
En algún momento de nuestra vida seremos
conscientes de nuestro propio envejecimiento. Quizás sea cuando Facebook nos
recuerde una foto de hace diez o más años, quizás cuando descubramos un pliegue
nuevo de nuestro rostro en el espejo. Pero miles de años de la reflexión de
esta filósofa, la Palabra de Dios enfrenta la realidad del envejecimiento en
forma personal. David oró a Dios y le dijo:
No me deseches en el
tiempo de la vejez;
Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. (Salmo 71:9 )
Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. (Salmo 71:9 )
Su hijo Salomón dijo:
Corona de honra es la
vejez
Que se halla en el camino de justicia. (Proverbios 16:31)
Que se halla en el camino de justicia. (Proverbios 16:31)
La gloria de los jóvenes es su fuerza,
Y la hermosura de los ancianos es su vejez (Proverbios 20:29)
Y la hermosura de los ancianos es su vejez (Proverbios 20:29)
La Biblia es un libro de enorme realismo y una gloriosa esperanza. ¿Cómo describe la
Biblia nuestro proceso de envejecimiento? y ¿Cuál es la gloriosa esperanza que en ella se
nos entrega?
1. ¿CÓMO DESCRIBE LA BIBLIA NUESTRO PROCESO DE ENVEJECIMIENTO?
Acuérdate
de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y
lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;
(Eclesiastés
12:1)
El mejor antídoto
contra la ilusión que nos vende la sociedad del siglo XXI acerca de la “Eterna
juventud” es tomar conciencia que nosotros envejeceremos. ¡Si!, tú y yo
pasaremos por el lento pero incontrarrestable proceso de perdida de vigor
físico.
Eclesiastés es el libro
existencialista de las Escrituras, pues nos hace reflexionar acerca de nuestra
vida. Y para comprender este pasaje debemos poner atención a
los verbos “alegrarse” y “acordarse”. Cada sección llama a alegrarse en la
vida, pero también a recordar
que seremos juzgados por Dios después de la muerte.
En el
libro El retrato
de Dorian Gray, Dorian Gray conversa con un hombre llamado Lord
Henry, quien le explica un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica
que «lo único que vale la pena en la vida
es la belleza, y la satisfacción de los sentidos». Al darse cuenta de que
un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando
Basil le pintó en un cuadro. Mientras él mantiene para siempre la misma
apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del
placer lo lleva a una serie de actos de lujuria; pero el retrato sirve como un
recordatorio de los efectos de su alma, con cada pecado la figura se va
desfigurando y envejeciendo[5].
La Biblia es sumamente gráfica
al hablar de lo que sucede con nuestro cuerpo:
Antes que dejen de brillar el sol y la luz, la luna y las estrellas, y
vuelvan las nubes después de
la lluvia. (3) Un día
temblarán los guardianes de la casa, y se encorvarán los hombres de batalla; se
detendrán las molenderas por ser tan pocas, y se apagarán los que miran a
través de las ventanas. (4) Se irán
cerrando las puertas de la calle, irá disminuyendo el ruido del molino, las
aves elevarán su canto, pero apagados se oirán sus trinos. (5) Sobrevendrá el temor por las
alturas y por los peligros del camino. Florecerá el almendro, la langosta
resultará onerosa, y no servirá de nada la alcaparra, pues el hombre se
encamina al hogar eterno y rondan ya en la calle los que lloran su muerte. (Eclesiastés 12:2-5)
Las molestias de la vejez se enumeran mediante una serie de figuras
poéticas: Una época de tristeza (12:2), de debilidad física (3a), de perdida de los
sentidos: Dientes, ojos y oído (3b-4a), de pérdida de sueño
(4b), de miedos (5a) y la antesala de a la muerte (5b).
Pero también Salomón nos entrega cuatro figuras respecto a nuestra muerte
(6 y 7): La muerte es como una lámpara suspendida que se quiebra, como una
vasija que se quiebra, como una rueda de un pozo que se quiebra y como el polvo
que vuelve a la tierra.
Esta sección termina con el verso 7:
y el polvo vuelva a la
tierra, como era, y el espíritu
vuelva a Dios que lo dio.
Una
cosa es hablar de la muerte en un sentido amplio, pero otra muy diferente es
hablar de la muerte en un sentido personal. Un día yo moriré. Un día tú
morirás. Dejarás de existir en esta tierra. Pero…
2. ¿CUÁL ES LA GLORIOSA ESPERANZA QUE DIOS NOS ENTREGA?
Un compositor español,
llamado Alberto Cortéz, escribió un
poema acerca de la vejez.[6]
Me
llegará lentamente
y me
hallará distraído
probablemente
dormido
sobre un
colchón de laureles.
Se
instalará en el espejo,
inevitable
y serena
y
empezará su faena
por los
primeros bosquejos.
Con unas
hebras de plata
me
pintará los cabellos
y alguna
línea en el cuello
que
tapará la corbata.
Aumentará
mi codicia,
mis mañas
y mis antojos
y me dará
un par de anteojos
para
sufrir las noticias.
La
vejez...
está a la
vuelta de cualquier esquina,
allí,
donde uno menos se imagina
se nos
presenta por primera vez.
La
vejez...
es la más
dura de las dictaduras,
la grave
ceremonia de clausura
de lo que
fue, la juventud alguna vez.
¿Cuál es la
gloriosa esperanza que el Evangelio nos entrega?
"El que cree en mí, aunque este muerto vivirá"
(Juan 11:25).
El Evangelio de
Jesucristo es la única esperanza humana contra la vejez, porque no nos deja
limitados a ser sólo un recuerdo, sino ser seres humanos transformados
espiritual y físicamente por Dios mismo.
Pablo se esfuerza en
mostramos que a pesar del Alzheimer, de la demencia senil, de los achaques y
tantas otras cosas; la vejez no es el fin de la historia.
Porque sabemos que si nuestra morada
terrestre, este tabernáculo,
se deshiciere, tenemos de Dios un edificio,
una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
Y por
esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación
celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
Porque
asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no
quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido
por la vida.
Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
Así que vivimos confiados siempre, y
sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor. (2
Corintios 5:1-6)
¡Fíjate en los verbos! Saber,
conocer, reconocer, darse cuenta, entender, recordar:[7] Desde
el punto de vista teológico es significativa la frase «conocer (o no conocer) a
Dios o a Cristo». [8] No se trata solo de
saber cosas hacer de Dios, sino conocerle a Él, saber su carácter.
Puede ser que en este
momento te encuentres aproblemado por alguna situación particular, pero si conoces
a Jesucristo y sabes lo que hará Dios en el futuro de aquellos que le conocen, ¡podrás
salir a flote de tus adversidades!
Todos los seres humanos
envejeceremos, pero aquellos que han confiado en Cristo, que creen en su verdad,
tiene una esperanza que rebosa de gozo.
Es por eso que en el funeral
de este anciano de la iglesia, quise escribir las siguientes líneas:
La única esperanza contra la vejez es el Evangelio de
Jesucristo.
Carlos Pino Ampuero, un hombre
imperfecto y pecador, pasó de este mundo a través del largo proceso del
envejecimiento, sorteando las enfermedades del avance de la edad. Deja grandes
recuerdos en todos aquellos que le conocieron, pero ¿deja algo más que recuerdos cuando los que recordamos ya no
recordaremos?
Lo maravilloso es que
este hombre puso su esperanza en Jesús, quién dijo: "El que cree en mí,
aunque este muerto vivirá" (Juan 11:25). El Evangelio de Jesucristo es la
única esperanza humana contra la vejez, porque no nos deja limitados a ser sólo
un recuerdo, sino ser seres humanos transformados espiritual y físicamente por
Dios mismo.
Por esto el Señor
también dijo: "Y todo aquel que vive y creen en mí, no morirá eternamente.
¿Crees esto?" (vs. 26)
¡Hasta pronto querido
Carlos!
[2] También escribió el libro “El Segundo Sexo”, el cual es una base
para el feminismo radical de nuestros días.
[6] http://www.albertocortez.com/poemas/home.asp?Id=94
[7] Tuggy, A. E. (2003). Lexico
griego-español del Nuevo Testamento
(p. 662). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[8] Kittel, G., Friedrich, G., & Bromiley, G. W.
(2002). Compendio
del diccionario teológico del Nuevo Testamento (p. 658). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.