CINCO
ACTITUDES INCORRECTAS DEL CRISTIANO FRENTE A LA POLITICA
Chile está ad portas de la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales. Y
nuestros compatriotas, de distintos sectores políticos, están haciendo análisis
de los resultados de la primera y cómo afectarán a nuestro país.
Los cristianos, inmersos también en esta
sociedad, por lo cual es lícito que nos preguntemos ¿Cómo debemos los cristianos mirar la vida
política? Muchos creyentes
manifiestan públicamente sus preferencias en las redes sociales y gastan mucho
de su tiempo en promover y difundir sus ideas particulares. Por contrapartida, otros
creyentes hacen hincapié en lo mundano de la actividad política y prefieren
aislarse de todo ello.
Pero cualquiera que sea la visión que
tengamos de esta área humana, debemos tratar de reflexionar acerca de ella, no
desde nuestra sociedad ni de nuestra visión política, sino primariamente desde
la Biblia. Ella es nuestra carta de navegación y nuestro punto de partida para
abordar cualquier área humana. Por este motivo, creo que puede ser de ayuda
algunos comentarios que se encuentran en el libro “Política de acuerdo a la Biblia” del teólogo Wayne Grudem[1], y del resumen del mismo
autor llamado “¿Por qué los cristianos
debiésemos influir al gobierno para el bien?”[2].
Debido a que este material sólo se
encuentra en inglés, aquí presento una adaptación personal y comentarios de lo
dicho por este auto respecto a cinco actitudes incorrectas del cristiano frente
a la política. No es una traducción de su material, pero si una meditación de
lo que presenta.
1.- Teocracia:
Debemos instaurar el reino de Dios.
A través de la historia de la iglesia se
ha caído en el error de pensar que la iglesia puede y debe instaurar el reino
de Dios en este mundo. La historia está llena de lecciones que nos hablan de
los males que se han originado cuando se ha pensado que podemos imponer una
visión cristiana a nuestro mundo.
Pero la iglesia no es lo mismo que el
reino de Dios ni somos el actual pueblo de Israel. Si así fuese, deberíamos
buscar hacer un gobierno cristiano mundial. A modo de ejemplo, pensemos en lo
que sucedió en el siglo IV, cuando el cristianismo pasó a ser la religión
oficial del Imperio Romano. El corazón de muchos que adoptaron la religión
oficial no cambió, sólo se adaptó a las nuevas circunstancias.
Por esto es que el Señor Jesús quiso
mostrar la diferencia de esferas que existe en el reino de Dios y el gobierno
humano:
Y les dijo: Dad, pues, a César lo
que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
(Mateo 22:21)
¿Qué debemos darle a César? El pago de
los tributos y los impuestos. ¿Qué debemos darle a Dios? El reinado absoluto en
nuestras vidas. Debemos hacer ambas cosas, pero no debemos confundir ambas
cosas. Este principio es importantísimo. Como creyentes tenemos la
responsabilidad de cumplir nuestros deberes en la sociedad en la cual nos
encontramos, sin embargo, nuestra principal fidelidad es hacia el Dios que nos
salvó.
El reino de Dios no es lo mismo que los
gobiernos humanos, de manera que ninguna actividad política en la cual nos
involucremos, traerá completa y plena paz a la raza humana.
2.- Exclusión
absoluta de la religión: Debemos callar la fe.
Esto no es algo que los cristianos
creamos, sin embargo, es algo que los incrédulos quieren que hagamos. Nos
dicen: “Si quieres opinar de política, no metas a Dios ni tu fe”. Pero esto es
algo que no podemos ni debemos hacer.
Daniel tuvo la oportunidad de estar delante del gran rey
Nabucodonosor y le explicó acerca de la injusticia social: “Por lo tanto, yo le ruego a Su Majestad aceptar el
consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia;
renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces
su prosperidad vuelva a ser la de antes”. (Daniel
4:27 NVI).
Wayne Grudem muestra como esta afirmación de Daniel está en
contraposición con lo que el mundo actual quiere que hagamos como cristianos.
Observemos lo que Daniel no dijo:
"Oh,
rey Nabucodonosor, soy un profeta judío, pero no me atrevería a imponer mis
normas morales judías en tu reino babilónico. ¡Pregunta a tus astrónomos y tus
adivinos! Ellos te guiarán en tus propias tradiciones. ¡Entonces sigue tu
propio corazón! No sería mi lugar para hablarte sobre lo correcto y lo
incorrecto".[3]
Muchos cristianos guardan silencio, para no desagradar a los no
creyentes, pero esto no es lo que el Señor quiere para nosotros. En el Nuevo
Testamento, Juan el Bautista no temió confrontar a Herodes con su vida inmoral.
Valientemente le dijo respecto a la mujer con la cual vivía: “No te es lícito tenerla.” (Mateo 14:4).
Un tercer ejemplo lo tenemos en Pablo, quien hablando con el gobernador
Félix, le explicó acerca del concepto bíblico de la justicia y también le
advirtió acerca del juicio venidero que todos deben enfrentar: “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia,
del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando
tenga oportunidad te llamaré.” (Hechos
24:25)
Ninguno de ellos calló frente a la autoridad, sino más bien
manifestaron las acciones injustas. Por lo cual, no podemos callar frente a la
realidad social que nos rodea. No podemos simplemente guardar silencio. Debemos
decir lo que Dios dice acerca de nuestra sociedad.
3.- Todos los
gobiernos son demoniacos: Debemos separarnos completamente de cualquier
participación.
Esta tercera manera de pensar está muy
arraigada en muchos cristianos. Debido a la corrupción generalizada de nuestro
mundo actual, muchos creyentes llegan a la conclusión de que no debemos hacer
absolutamente nada. Para ello citan las palabras del diablo en la tentación del
Señor Jesucristo:
Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos
de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada,
y a quien quiero la doy. Si tú
postrado me adorares, todos serán tuyos
(Lucas
4:5-7)
Esto es lo que afirman los Testigos de Jehová, pues señalan
que el dueño de este mundo es el mismo diablo. Pero ¿es esto
cierto? Es verdad que tanto el libro de Daniel como el de Apocalipsis nos
presenta un mundo caído que está bajo control de las fuerzas espirituales de
maldad, sin embargo, ¿significa que el enemigo tiene un poder ilimitado y sin
ninguna clase de restricción en nuestro mundo actual? Dicho de otra forma
¿acaso Dios cedió su derecho de dominio del mundo y todo lo que aquí sucede al
diablo?
En el libro de Daniel se nos señala que es
importante que los gobernantes deben recordar siempre el control que tiene
Dios.
“Conozcan los vivientes que el
Altísimo gobierna el reino de los
hombres, y que a quien él quiere lo da,
y constituye sobre él al más bajo de los hombres.” (Daniel 4:17b)
El mundo actual está bajo el maligno (1
Jn 5:19) y él es el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2). Pero ¿esto
significa que su poder es incontrarrestable? ¡No! Una cosa es que el diablo
haya afirmado en la tentación del Señor que los reinos del mundo le pertenecen,
y otra muy distinta es que esto sea verdad, porque él es mentiroso y padre de
toda mentita (Juan 8:44).
Dios sigue siendo soberano, y nada en
este mundo pasa sin que Él mantenga su dominio eterno, por lo cual, podemos y
debemos influir con la Palabra de Dios en nuestro mundo caído.
De manera que no podemos argumentar una
separación completa de lo asuntos del gobierno terreno argumentando en base al
gobernando de este tiempo.
4.- Hagamos
evangelismo y no política: Debemos separarnos completamente de cualquier
participación.
Una idea no tan extrema, pero que
también aboga por la separación de los cristianos respecto al mundo, es aquella
que señala que la única influencia permitida y que debe ser priorizada ante
nuestro mundo es el Evangelismo.
Es verdad que un creyente debe colocar
como prioridad el evangelismo, pues sabemos que el mandato que el Señor le dio
a la Iglesia es predicar el Evangelio. Sin embargo, el predicar este Evangelio
implica dar a conocer todo el consejo de Dios.
Al respecto, Wayne Grudem señala:
"El Evangelio" en el Nuevo Testamento no
es solo "confíe en Jesús y sea perdonado de sus pecados y crezca en
santidad e ir al cielo" (aunque eso es ciertamente cierto, y ese es el
corazón del Evangelio y su mensaje fundamental). No, el Evangelio es la buena
noticia de Dios sobre toda la vida[4].
Esto es lo que el Señor afirmó en la
gran comisión:
Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén.
(Mateo
28:19, 20)
La frase “todas las cosas” implica que
todas las lecciones que hizo el Señor, deben ser enseñadas. Por lo cual, si nada
debe ni puede quedar fuera, esto incluye nuestra vida en el país en el cual
vivimos, como nos desenvolvemos de lunes a viernes en el trabajo. La vida pública
debe ser transformada por la Palabra de Dios.
5.- Hagamos política
y no evangelismo: Debemos ayudar a cambiar la sociedad.
Para concluir, una idea que ha sido absorbida
por sectores católicos y evangélicos liberales, es creer que la única forma de
influir en nuestro mundo es a través de la política.
Debido a la secularización de nuestra
sociedad, se piensa que ya no tiene mucho sentido hablar de “salvación”, perdón
de pecados”, “vida eterna” y otros conceptos bíblicos.
Al respecto, Grudem comenta:
El énfasis
principal del movimiento del Evangelio Social a fines del siglo XIX y
principios del siglo XX, fuero sus campañas para lograr que la iglesia trabaje
agresivamente para superar la pobreza, los barrios marginales, el crimen, la
discriminación racial y otros males sociales. Estas fueron buenas causas en sí
mismas, pero este movimiento puso poco énfasis en la necesidad de que las
personas depositen su confianza personal en Cristo como Salvador o la necesidad
de proclamar toda la Biblia como la Palabra de Dios y digna de nuestra creencia[5].
Las prioridades de la agenda de la
iglesia cristiana no pueden basarse en el diagnóstico que nuestro mundo hace de
los problemas de la humanidad, sino que deben surgir del diagnóstico bíblico
del problema humano, y ese problema comienza en el corazón.
Hay injusticia social, hay pobreza y hay
discriminación; la iglesia no puede cerrar sus ojos a esto. Sin embargo, si
creemos en Cristo y creemos en lo que Él nos dijo, sabremos que el alivio a
estos problemas nunca será pleno si sólo nos enfocamos en estos problemas.
Debemos ir a la raíz del mal.
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la
inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas
son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos. (Mateo 15:19, 20)
El cristiano es ciudadano del cielo, sin
embargo, vivimos aún en la tierra y podemos y debemos proclamar todo el bien que
Cristo puede traer a nuestro mundo. No caigamos en visiones simplistas de
nuestra relación con la política.