miércoles, 6 de diciembre de 2017

CINCO ACTITUDES INCORRECTAS DEL CRISTIANO FRENTE A LA POLITICA


Chile está ad portas de la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales. Y nuestros compatriotas, de distintos sectores políticos, están haciendo análisis de los resultados de la primera y cómo afectarán a nuestro país.
Los cristianos, inmersos también en esta sociedad, por lo cual es lícito que nos preguntemos ¿Cómo debemos los cristianos mirar la vida política? Muchos creyentes manifiestan públicamente sus preferencias en las redes sociales y gastan mucho de su tiempo en promover y difundir sus ideas particulares. Por contrapartida, otros creyentes hacen hincapié en lo mundano de la actividad política y prefieren aislarse de todo ello.
Pero cualquiera que sea la visión que tengamos de esta área humana, debemos tratar de reflexionar acerca de ella, no desde nuestra sociedad ni de nuestra visión política, sino primariamente desde la Biblia. Ella es nuestra carta de navegación y nuestro punto de partida para abordar cualquier área humana. Por este motivo, creo que puede ser de ayuda algunos comentarios que se encuentran en el libro “Política de acuerdo a la Biblia” del teólogo Wayne Grudem[1], y del resumen del mismo autor llamado “¿Por qué los cristianos debiésemos influir al gobierno para el bien?”[2].
Debido a que este material sólo se encuentra en inglés, aquí presento una adaptación personal y comentarios de lo dicho por este auto respecto a cinco actitudes incorrectas del cristiano frente a la política. No es una traducción de su material, pero si una meditación de lo que presenta.

1.- Teocracia: Debemos instaurar el reino de Dios.
A través de la historia de la iglesia se ha caído en el error de pensar que la iglesia puede y debe instaurar el reino de Dios en este mundo. La historia está llena de lecciones que nos hablan de los males que se han originado cuando se ha pensado que podemos imponer una visión cristiana a nuestro mundo.
Pero la iglesia no es lo mismo que el reino de Dios ni somos el actual pueblo de Israel. Si así fuese, deberíamos buscar hacer un gobierno cristiano mundial. A modo de ejemplo, pensemos en lo que sucedió en el siglo IV, cuando el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano. El corazón de muchos que adoptaron la religión oficial no cambió, sólo se adaptó a las nuevas circunstancias.
Por esto es que el Señor Jesús quiso mostrar la diferencia de esferas que existe en el reino de Dios y el gobierno humano:
Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
(Mateo 22:21)
¿Qué debemos darle a César? El pago de los tributos y los impuestos. ¿Qué debemos darle a Dios? El reinado absoluto en nuestras vidas. Debemos hacer ambas cosas, pero no debemos confundir ambas cosas. Este principio es importantísimo. Como creyentes tenemos la responsabilidad de cumplir nuestros deberes en la sociedad en la cual nos encontramos, sin embargo, nuestra principal fidelidad es hacia el Dios que nos salvó.
El reino de Dios no es lo mismo que los gobiernos humanos, de manera que ninguna actividad política en la cual nos involucremos, traerá completa y plena paz a la raza humana.

2.- Exclusión absoluta de la religión: Debemos callar la fe.
Esto no es algo que los cristianos creamos, sin embargo, es algo que los incrédulos quieren que hagamos. Nos dicen: “Si quieres opinar de política, no metas a Dios ni tu fe”. Pero esto es algo que no podemos ni debemos hacer.
Daniel tuvo la oportunidad de estar delante del gran rey Nabucodonosor y le explicó acerca de la injusticia social: Por lo tanto, yo le ruego a Su Majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces su prosperidad vuelva a ser la de antes. (Daniel 4:27 NVI).
Wayne Grudem muestra como esta afirmación de Daniel está en contraposición con lo que el mundo actual quiere que hagamos como cristianos. Observemos lo que Daniel no dijo:
"Oh, rey Nabucodonosor, soy un profeta judío, pero no me atrevería a imponer mis normas morales judías en tu reino babilónico. ¡Pregunta a tus astrónomos y tus adivinos! Ellos te guiarán en tus propias tradiciones. ¡Entonces sigue tu propio corazón! No sería mi lugar para hablarte sobre lo correcto y lo incorrecto".[3]
Muchos cristianos guardan silencio, para no desagradar a los no creyentes, pero esto no es lo que el Señor quiere para nosotros. En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista no temió confrontar a Herodes con su vida inmoral. Valientemente le dijo respecto a la mujer con la cual vivía: “No te es lícito tenerla.” (Mateo 14:4).
Un tercer ejemplo lo tenemos en Pablo, quien hablando con el gobernador Félix, le explicó acerca del concepto bíblico de la justicia y también le advirtió acerca del juicio venidero que todos deben enfrentar: Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. (Hechos 24:25)
Ninguno de ellos calló frente a la autoridad, sino más bien manifestaron las acciones injustas. Por lo cual, no podemos callar frente a la realidad social que nos rodea. No podemos simplemente guardar silencio. Debemos decir lo que Dios dice acerca de nuestra sociedad.

3.- Todos los gobiernos son demoniacos: Debemos separarnos completamente de cualquier participación.
Esta tercera manera de pensar está muy arraigada en muchos cristianos. Debido a la corrupción generalizada de nuestro mundo actual, muchos creyentes llegan a la conclusión de que no debemos hacer absolutamente nada. Para ello citan las palabras del diablo en la tentación del Señor Jesucristo:
Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos
(Lucas 4:5-7)
Esto es lo que afirman los Testigos de Jehová, pues señalan que el dueño de este mundo es el mismo diablo. Pero ¿es esto cierto? Es verdad que tanto el libro de Daniel como el de Apocalipsis nos presenta un mundo caído que está bajo control de las fuerzas espirituales de maldad, sin embargo, ¿significa que el enemigo tiene un poder ilimitado y sin ninguna clase de restricción en nuestro mundo actual? Dicho de otra forma ¿acaso Dios cedió su derecho de dominio del mundo y todo lo que aquí sucede al diablo?
En el libro de Daniel se nos señala que es importante que los gobernantes deben recordar siempre el control que tiene Dios.
Conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.” (Daniel 4:17b)
El mundo actual está bajo el maligno (1 Jn 5:19) y él es el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2). Pero ¿esto significa que su poder es incontrarrestable? ¡No! Una cosa es que el diablo haya afirmado en la tentación del Señor que los reinos del mundo le pertenecen, y otra muy distinta es que esto sea verdad, porque él es mentiroso y padre de toda mentita (Juan 8:44).
Dios sigue siendo soberano, y nada en este mundo pasa sin que Él mantenga su dominio eterno, por lo cual, podemos y debemos influir con la Palabra de Dios en nuestro mundo caído.
De manera que no podemos argumentar una separación completa de lo asuntos del gobierno terreno argumentando en base al gobernando de este tiempo.

4.- Hagamos evangelismo y no política: Debemos separarnos completamente de cualquier participación.
Una idea no tan extrema, pero que también aboga por la separación de los cristianos respecto al mundo, es aquella que señala que la única influencia permitida y que debe ser priorizada ante nuestro mundo es el Evangelismo.
Es verdad que un creyente debe colocar como prioridad el evangelismo, pues sabemos que el mandato que el Señor le dio a la Iglesia es predicar el Evangelio. Sin embargo, el predicar este Evangelio implica dar a conocer todo el consejo de Dios.
Al respecto, Wayne Grudem señala:
"El Evangelio" en el Nuevo Testamento no es solo "confíe en Jesús y sea perdonado de sus pecados y crezca en santidad e ir al cielo" (aunque eso es ciertamente cierto, y ese es el corazón del Evangelio y su mensaje fundamental). No, el Evangelio es la buena noticia de Dios sobre toda la vida[4].
Esto es lo que el Señor afirmó en la gran comisión:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
(Mateo 28:19, 20)

La frase “todas las cosas” implica que todas las lecciones que hizo el Señor, deben ser enseñadas. Por lo cual, si nada debe ni puede quedar fuera, esto incluye nuestra vida en el país en el cual vivimos, como nos desenvolvemos de lunes a viernes en el trabajo. La vida pública debe ser transformada por la Palabra de Dios.


5.- Hagamos política y no evangelismo: Debemos ayudar a cambiar la sociedad.
Para concluir, una idea que ha sido absorbida por sectores católicos y evangélicos liberales, es creer que la única forma de influir en nuestro mundo es a través de la política.
Debido a la secularización de nuestra sociedad, se piensa que ya no tiene mucho sentido hablar de “salvación”, perdón de pecados”, “vida eterna” y otros conceptos bíblicos.
Al respecto, Grudem comenta:
El énfasis principal del movimiento del Evangelio Social a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, fuero sus campañas para lograr que la iglesia trabaje agresivamente para superar la pobreza, los barrios marginales, el crimen, la discriminación racial y otros males sociales. Estas fueron buenas causas en sí mismas, pero este movimiento puso poco énfasis en la necesidad de que las personas depositen su confianza personal en Cristo como Salvador o la necesidad de proclamar toda la Biblia como la Palabra de Dios y digna de nuestra creencia[5].

Las prioridades de la agenda de la iglesia cristiana no pueden basarse en el diagnóstico que nuestro mundo hace de los problemas de la humanidad, sino que deben surgir del diagnóstico bíblico del problema humano, y ese problema comienza en el corazón.
Hay injusticia social, hay pobreza y hay discriminación; la iglesia no puede cerrar sus ojos a esto. Sin embargo, si creemos en Cristo y creemos en lo que Él nos dijo, sabremos que el alivio a estos problemas nunca será pleno si sólo nos enfocamos en estos problemas. Debemos ir a la raíz del mal.
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos.  (Mateo 15:19, 20)


El cristiano es ciudadano del cielo, sin embargo, vivimos aún en la tierra y podemos y debemos proclamar todo el bien que Cristo puede traer a nuestro mundo. No caigamos en visiones simplistas de nuestra relación con la política.





[3] Grudem, Wayne A. Politics - According to the Bible: A Comprehensive Resource for Understanding Modern Political Issues in Light of Scripture (p. 58). Zondervan. Edición de Kindle.
[4] Grudem, Wayne A. Op Cit.
[5] Grudem, Wayne A. Op Cit.