¿CÓMO PROBAR LOS
ESPÍRITUS?
(Adaptado de los capítulos 3 y 4 de
Fuego Extraño)
Una de las dificultades
con la doctrina del Espíritu Santo es que ha llevado a abusos por muchos
creyentes. El pastor John Macarthur nos advierte acerca del
evangelio de la prosperidad y del uso equivocado de la doctrina del Espíritu de
Dios para permitir distintos tipos de abusos. ¡No debemos aceptar cualquier
cosa que se diga en nombre de Dios!
Fue el pastor Jonathan
Edwards quien trató de establecer algunos criterios para poder discriminar
entre la verdadera obra del Espíritu Santo de aquella que no lo es. Este hombre
de Dios vivió en el período conocido como el Gran Despertar, en el cual hubo un
gran y genuino avivamiento en los Estados Unidos, que significó que muchas
personas conocieran a Jesucristo. Edwards postuló cinco preguntas para analizar
cualquier obra religiosa. Analicemos estos cinco criterios.
Amados, no creáis a todo espíritu,
sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
En esto conoced el
Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis
oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (1
Juan 4:1-3)
PRIMER CRITERIO: ¿EXALTA AL VERDADERO
CRISTO?
Cuando Jonathan Edwards estudió la
primera carta de Juan, identificó la verdad inicial de 1 Juan 4.2–3, a saber,
que una verdadera obra del Espíritu Santo exalta al
verdadero Cristo. A diferencia de los falsos profetas, los que están
verdaderamente llenos del poder del Espíritu Santo le dan el énfasis principal
a la persona y la obra del Señor Jesucristo. Por lo tanto, una verdadera obra
del Espíritu se enfoca en el Salvador, señalando hacia él de una manera
precisa, preeminente y que lo exalta. Los falsos maestros, por el contrario,
disminuyen y distorsionan la verdad acerca de Cristo.
A partir de este pasaje, Jonathan
Edwards expresó el principio más amplio, es decir, que una verdadera obra del
Espíritu guía siempre
y necesariamente
a las personas a la verdad sobre el Señor Jesucristo. Comentando estos
versículos, Edwards escribió: «Cuando es el Espíritu quien está obrando en el
pueblo, se observa de una manera tal que se eleva entre las personas la estima
de ese Jesús que nació de la virgen y fue crucificado fuera de las puertas de
Jerusalén; y parece confirmarse y establecerse aún más en sus mentes la verdad
que el evangelio declara acerca de que él es el Hijo de Dios y el Salvador de
los hombres. Esta es una señal segura de que ese espíritu es el Espíritu de
Dios»
Cuando un predicador se exalta a si
mismo colocándose como una autoridad espiritual por sobre el promedio de los
cristianos o exalta su experiencia y vivencias como la base de su autoridad,
debemos estar alertas pues esto es una señal que no es una experiencia
espiritual que proviene de Dios.
SEGUNDO CRITERIO: ¿SE OPONE A LO MUNDANO?
Hay una directa relación entre la
obra del Espíritu Santo y la manera en la cual el cristiano vive. El apóstol Pablo divide a todas las personas
en dos categorías fundamentales:
(1) los que andan conforme a la carne y
(2) los que andan según el Espíritu.
Porque los que son de la carne
piensan en las cosas de la carne; pero
los que son del Espíritu, en las cosas
del Espíritu. (Romanos 8:5)
Pablo deja absolutamente claro que
aquellos en los cuales el Espíritu Santo ha obrado, van a querer dejar aquellas
prácticas y manera de vivir que va en contra de la voluntad de Dios.
Lamentablemente podemos conocer
acerca de iglesias en las cuales se habla del Espíritu Santo, pero no se ve un
cambio en la vida de aquellos que asisten. ¿Cuántas iglesias tienen un claro compromiso con la
santificación de sus miembros? El lenguaje de muchos que se
denominan cristianos es grosero y vulgar, su carácter es iracundo y las formas
que buscan para divertirse en nada se diferencian de aquellos que no conocen a
Cristo. Por otra parte, muchos líderes que hablan del Espíritu enfatizan una
forma de vivir opulenta en la cual el dinero parece ser un de las más grandes
preocupaciones. Pero al revisar la Palabra de Dios, podemos observar un claro
llamado a la santidad. Ser un cristiano que vive en el Espíritu es ser un
cristiano que vive luchando contra el pecado y el mundo.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra
el Espíritu, y el del Espíritu es contra
la carne; y éstos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis.
(Gálatas 5:16, 17)
TERCER CRITERIO: ¿LLEVA A LAS PERSONAS A LAS
ESCRITURAS?
Jonathan Edwards explicó: «Ese espíritu que opera de una manera tal que provoca en los
hombres una más profunda consideración de las Sagradas Escrituras, y los
establece más en su verdad y deidad, es sin duda el Espíritu de Dios»[1].
Como vimos en la primera lección, existe una relación estrecha entre la Palabra
de Dios y el Espíritu de Dios.
Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis
sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de
verdad,
él os guiará a toda la verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
El me glorificará; porque tomará de
lo mío, y os lo hará saber.
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de
lo mío, y os lo hará saber.
(Juan 16:12 – 15)
CUARTO CRITERIO: ¿EXALTA LA VERDAD?
En 1 Juan 4.6, el apóstol escribió simplemente: «Conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error». El Espíritu Santo, que
se define por la verdad, ofrece un marcado contraste con los falsos espíritus
del engaño que se caracterizan por el error y la falsedad.
Cuando un movimiento espiritual es conocido por defender la sana
teología, denunciar las falsas enseñanzas y detestar la unidad superficial,
estos son indicios de que se trata de una obra genuina del Espíritu Santo. Por el contrario, los creyentes deben tener
cuidado de cualquier sistema religioso que hace caso omiso de la sana doctrina,
propaga la mentira o felizmente respalda el compromiso ecuménico.
QUINTO CRITERIO: ¿PRODUCE AMOR HACIA DIOS Y A LOS
DEMÁS?
Jonathan Edwards expresó una quinta y última prueba con el fin de evaluar
cualquier movimiento espiritual: una verdadera obra del Espíritu hace que las
personas amen más a Dios y a los demás. Edwards señaló este principio de 1 Juan
4.7–8, donde el apóstol Juan escribió:
«Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es
de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama,
no ha conocido a Dios; porque Dios es amor». (1
Juan 4:7)
Un fruto principal del Espíritu es el amor (Gálatas 5.21), y
donde existe el verdadero amor, hay evidencia de la obra genuina del Espíritu. Una
verdadera obra del Espíritu produce un amor a Dios que se expresa en fidelidad
a sus mandatos y a aquellos que son del pueblo de Dios. Pero cuando hay
partidismos, disensiones y orgullo, no podemos atribuir nuestra actitud al
obrar del Espíritu Santo.
Si aplicamos estos criterios que nos ha
dejado este hermano, nos podremos dar cuenta de muchos movimientos que tratan
de buscar su base en la obra del Espíritu de Dios, pero que no pasan estas
cinco pruebas. Pidámosle al Señor discernimiento para distinguir la verdad del
error.